El Rey ha encargado a Feijóo la formación de gobierno con el pobre argumento de que es la costumbre por liderar la formación política más votada el 23 de julio. Es coherente la decisión porque no hay institución más costumbrista que la monarquía, una costumbre de siglos.

La protección y la defensa de las costumbres está detrás del auge de las ultraderechas en casi todos los países. La costumbre ancestral del machismo, de la violencia contra las mujeres, del hacer las cosas como siempre se han hecho y, por lo tanto, negar las evidencias de la ciencia y el progreso humanos.

Todas las costumbres suelen ser impositivas como el "si vis pacem, para bellum" (si quieres la paz, prepara la guerra) que mantiene la inercia tribal de matar al vecino aunque sea de manera preventiva y denigra cualquier planteamiento pacifista.

Las costumbres religiosas, las más arraigadas en el imaginario de la humanidad, nos han costado guerras constantes a lo largo de la historia y alimentan todavía conflictos como la invasión de Ucrania. Convertir en delito público los pecados privados de cada credo religioso es otra de las manías de las teocracias y los autócratas más crueles.

En el nombre de la tradición y las costumbres de los ancestros se cometen miles de crímenes de honor en pleno siglo XXI, miles de ablaciones genitales femeninas y miles de matrimonios forzados con niñas y adolescentes.

Nos acostumbran a no pensar de manera crítica en la familia y en la escuela e interiorizamos el castigo a la diversidad y la diferencia en aras del fortalecimiento de la identidad grupal. Y luego nos quejamos de los nacionalismos y los populismos identitarios.

La maldad es mucho más seductora que la bondad y la convertimos en una costumbre morbosa que alimenta nuestro lado oscuro y las pasiones colectivas más inconfesables como la xenofobia, la homofobia o la aporofobia.

El dato fundamental de las malditas costumbres es que sus principales víctimas son las mujeres, la mitad de la humanidad. Lo tradicional beneficia siempre al hombre y perjudica a la mujer y si se encuentra alguna excepción es la confirmación de la regla.

Las grandes aliadas de las costumbres son las tres religiones monoteístas del planeta. el judaísmo, el cristianismo y el islam, secuestradas en la actualidad por sus sectores más integristas, con el paréntesis temporal del papa Francisco en la Iglesia Católica al que le está costando Dios y ayuda cambiar lo acostumbrado en el Vaticano.

Hay que rebelarse contra las malditas costumbres que nos atenazan en todos los ámbitos y ralentizan transiciones políticas, ecológicas y energéticas que hoy son más urgentes que nunca, si queremos evitar el colapso climático.