La conciencia colectiva, como la mente humana, especialmente la mente humana acrítica, es muy disociativa; es decir, tiende a comprender la realidad de una manera disociada y simplista, y a organizar los conceptos de una manera compartimentada, lo cual es un grave error, porque la realidad está toda interrelacionada. El Renacimiento tuvo muy en cuenta que el conocimiento está relacionado en todos sus distintos campos o materias, y alentó la polimatía. Polimatía significa “aprender mucho”, y aprender relacionando las distintas disciplinas y los distintos ámbitos de la realidad. Justamente lo contrario que promueve la Educación actual, tecnócrata y alejada de las Humanidades y, por tanto, del conocimiento.

Esa disociación tiene como consecuencia, además de bloquear el aprendizaje de la cultura, el obviar la búsqueda del origen de las cosas e imposibilitar la capacidad de relacionar ideas, datos, conceptos y hechos, lo cual es parte importante, por otro lado, de lo que llamamos inteligencia. De tal manera, es muy frecuente encontrarse con paradojas, contradicciones y grandes incoherencias, producto de esas disociaciones cognitivas que, en palabras llanas, pueden definirse como ignorancia. Un ejemplo claro sería algo que leí hace tiempo: una asociación valenciana de feministas celebró el Día de la mujer con una misa de 12, sin tener en cuenta que las religiones monoteístas son las grandes impulsoras del odio a lo femenino. Es entendible, porque en la escuela nadie les enseñó esos datos, pero es inaceptable también poque se trata de abrir un poco la mente y de buscar información, si no se tiene, y eso hoy en día es muy fácil.

Otro ejemplo sería el no ser capaz de asociar que la defensa de los animales es política, por considerarlo como algo secundario y ajeno a lo público. En eso nos han adoctrinado. Alguna vez lo he comentado a algún amigo o conocido y me miran con ojos a cuadros. Por supuesto, en España, país en el que se llama cultura a la tortura, el animalismo sigue siendo algo difícil de entender, y mucho más difícil de entender su relación íntima y profunda con la ética social y con la moral.

¿Y por qué la defensa de los animales es una cuestión política? Pues, resumiendo mucho, porque la defensa de los derechos animales es indisociable de la defensa de los derechos humanos; porque la violencia engendra violencia; porque el pensamiento soberbio de superioridad y de desprecio contra los seres de otras especies no es más que una manifestación más del pensamiento que llaman fascista; porque el respeto del hombre por los animales es indisociable al respeto del hombre por sus semejantes.

La gran paradoja: no ser capaz de asociar que la defensa de los animales es política, por considerarlo como algo secundario y ajeno a lo público

Porque una sociedad insensible ante el dolor infringido contra un animal (y en España de eso hay mucho) también es una sociedad insensibilizada ante el dolor infringido contra otro ser humano, es decir, es una sociedad embrutecida y más fácilmente sumisa; de ahí que en las dictaduras políticas se aliente la crueldad contra los animales y los espectáculos de crueldad y tortura. No hay más que recordar al franquismo y las corridas de toros, o, mucho más cerca en el tiempo, a los gobiernos del Partido Popular resucitando viejas tradiciones sanguinarias, como la caza del jabalí, o multiplicando, en medio de los recortes, la financiación a la tauromaquia, o equiparando el IVA de las facturas de veterinario al de un artículo de lujo. La ecuación, si se piensa, es muy sencilla y muy fácil de entender.e

Hace escasamente dos meses, la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM, (Universidad Nacional Autónoma de México), en apoyo a la lucha de los mexicanos por abolir la tauromaquia en México, hacía público el resultado de una investigación llevada a cabo por varios de sus investigadores. Esta investigación concluye, a través de un dictamen forense, que durante las corridas de toros se ejercen actos de intensa crueldad y de maltrato. Demuestra que en este “espectáculo” los bovinos sufren severos daños corporales, fisiológicos y emocionales, desde que son separados de su manada, hasta los últimos segundos de su vida.

Todo comienza en la Educación, y en el adoctrinamiento a que se nos somete desde la infancia en la insensibilidad, en el pensamiento especista y en el antropocentrismo cristiano, ese situar al hombre como rey de una creación que no existió nunca. Ni hubo creación ni hubo rey de nada, para eso están los borbones. Sólo somos unos animales más, otra especie más que utiliza y masacra al resto. La supuesta “inteligencia” que supuestamente nos diferencia debería servirnos para cuidar de los animales y de la naturaleza, porque realmente de ello dependemos, no para torturar ni explotar a los seres más indefensos sin el mínimo remordimiento, lo cual nos convierte en mezquinos.

Y, como todo comienza en la Educación, es lo primero que hay que abordar. Por eso un enorme aplauso a los grupos parlamentarios PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos que, con el apoyo de Esquerra Republicana y Compromís, han registrado en el Congreso, la semana pasada, una proposición no de Ley en la que piden al Gobierno que incluya la empatía y el respeto a los animales en el currículum escolar. En el texto exponen, entre otras muchas conclusiones derivadas de un estudio de un grupo de trabajo creado ex profeso: “Existen muchos estudios científicos que demuestran la interrelación entre la violencia que se ejerce contra los animales y la violencia interpersonal”, “Una educación en la empatía hacia los animales promueve una cultura de paz entre los humanos”, “Introduciendo la protección de los animales en el currículum escolar se fomenta la empatía, la no agresión, la expresión y la vivencia sana de la afectividad, el control de las emociones”, “Es un modo también de educar a las nuevas generaciones en otras alternativas a la violencia, y en la intervención y prevención ante la violencia de género, violencia doméstica, abusos infantiles, o maltrato a personas mayores”.

Emociona realmente que en España tengamos, por fin, gestores públicos que den la inmensa importancia a la defensa de los animales que realmente tiene. No hay nada ganado. Es un paso más. Un paso que ha sido posible gracias a unos políticos que sí quieren la paz y sí trabajan por los ciudadanos.

Porque para vivir en la paz hay que crear paz.