Estos, y muchos más de similar tono, son los titulares, tomados al azar, publicados por algunos medios de comunicación españoles de este último martes del mes de julio. Son titulares que expresan a la perfección, dramáticamente, el desplome de un país entero hacia el abismo. ¿A quién le puede extrañar entonces que el PP se desplome también en las encuestas? ¿A quién puede sorprenderle que solo en un mes el PP haya perdido siete puntos porcentuales?

Con un 69% de la ciudadanía que desaprueba la gestión de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, con un 80% de ciudadanos a quienes el mismo Rajoy inspira poca o ninguna confianza, lo único que resulta extraño que haya todavía un 30% dispuesto a votar de nuevo al PP en unas nuevas elecciones generales. Esto supone un retroceso espectacular –para ser exactos, del 14,6%- respecto a los votantes que el partido ahora en el Gobierno obtuvo el pasado 20-N, ya que reduce a poco más del 5% la distancia que separó al PP del PSOE, que entonces fue casi del 16%.

En poco más de ocho meses el PP, con Mariano Rajoy al frente, ha dilapidado gran parte de la confianza que millones de ciudadanos españoles depositaron en su proyecto político. De los datos de la más reciente de las encuestas publicadas –la que Metroscopia ha realizado para el diario El País-, resultan particularmente significativos aquellos que expresan la creciente insatisfacción de quienes votaron al PP el 20-N pasado: su fidelidad de voto está en situación de caída libre, con un descenso del 16% en un solo mes y por primera vez en seis años el PP tiene menos fidelidad de voto que el PSOE.

No obstante, los socialistas no obtienen aún beneficios notables de estas importantes pérdidas del PP. Está claro que la diferencia entre ambos partidos se ha reducido considerablemente en relación con los resultados del 20-N, pero el PSOE obtiene solo el 24,7% de los votos, por debajo incluso del 28,7% de su reciente debacle electoral. Y es que el 76% de los ciudadanos desaprueba la gestión de Alfredo Pérez Rubalcaba como líder de la oposición, y el 86% tiene poca o ninguna confianza en él. Pero no se trata básicamente de una cuestión de liderazgo. Se trata de la falta de un proyecto político alternativo claro e ilusionante, capaz de hacer frente al descrédito, la desafección y la peligrosa idea del “todos son iguales” que se extiende en la sociedad española. Frente al más que justificado y creciente pesimismo en casi todos los sectores sociales, hoy es más necesario que nunca que el PSOE sepa ofrecerse como una alternativa diferenciada.

Jordi García-Soler es periodista y analista político