Es esta una carta de una mujer en una posición de privilegio a otra mujer en otra posición de privilegio, señora Aguirre. Salvando las distancias de que a la primera, la que escribe estas líneas, poder gozar de una vida plena con los recursos necesarios en su mano no le nubla la empatía, ni el sentir propio el dolor de otras. A usted sí.

Decía este miércoles, desde -ni más ni menos- la tribuna del Congreso de los Diputados, que a la ministra de Igualdad le dan igual las mujeres. Le reprocha también que no se haya pronunciado con las mujeres asesinadas por Hamás, ni de las violadas en Hortaleza y Alcalá de Henares, ni de la ucraniana que este mes de agosto fue apuñalada en un autobús, ni tampoco de Sandra, la joven que se suicidaba la pasada semana víctima de acoso escolar, porque, según ha defendido, a la ministra única y exclusivamente le importan las mujeres víctimas de violencia de género.

Pero en esta carta, señora Aguirre, vengo a recordarle que en su formación deben ser cautos con estas declaraciones porque se les ve enseguida el plumero. Y es que, además, tienen tanta poca elegancia que cometen el error de mencionar a las mujeres víctimas de violencia machista. Es ya de sobra conocido por cualquiera que haya escuchado al menos dos intervenciones de su formación -no hacen falta más- que se abstienen de condenar esta violencia. Y para sostener todo ello, lo que hacen ustedes es cargar la pistola hasta arriba y comenzar a descargarla con balas cuyo único fin es el de desviar la atención del odio que profesan y del rechazo a ponerse del lado de las mujeres víctimas de esta lacra.

Por eso, señora Aguirre, y por si alguien todavía no se había dado cuenta, antes de mencionar a las mujeres que han sido asesinadas por esta violencia, ha desglosado esa lista de mujeres que también sufren por otras causas. Pero es que no solo las ha dejado para el final, sino que, fruto -imagino- del subconsciente, cuando ha ido a mencionar al número de mujeres asesinadas le han faltado, literalmente, tres letras, para decir “solo” antes de decir “48 al año”. Y es que, como guinda final, y después de todo ello, aún le quedaba indecencia para decirle a la ministra que todo esto “es una vergüenza”.

Señora Aguirre, igual que usted lo ha dicho en el hemiciclo, yo lo digo en este artículo, vergüenza son ustedes. Vergüenza es que su partido organice en el Congreso unas jornadas tituladas “Ideología de género y denuncias falsas”, que vote en contra de la actualización del Pacto de Estado contra la violencia de género, que usted misma se refiriera a los puntos violeta como “propaganda ideológica” o los constantes intentos de la extrema derecha a la que usted pertenece por subrayar que la violencia no tiene género y tapar así que, desde que hay registros, 1.327 mujeres han muerto asesinadas por violencia de género en manos de sus agresores.

Así que, con todo ello, señora Aguirre, con ese discurso tan esquivo y acusatorio, lamento comunicarle que ya no engañan a nadie. Sean 48 mujeres o sea 1, seguirán siendo víctimas de violencia de género y, por ende, esta seguirá existiendo. Y mientras tanto, nos tendrán al frente, destapando sus mentiras y retratando sus vergüenzas.

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