El volumen de agua destinado al riego de las plantas supone una considerable partida de los recursos con los que se abastecen las ciudades, especialmente durante estos días, cuando el calor aprieta y las plantas necesitan un mayor aporte de agua. O eso pensamos, pues lo cierto es que la mayor parte de las plantas que mueren en verano lo hacen por exceso de riego.

Por eso y para evitar el derroche de agua al regar nuestras macetas, podemos aplicar algunos consejos domésticos que, además de favorecer el ahorro, nos ayudarán a mantener las plantas de balcones y terrazas.

El primer consejo es hacer acopio del agua de lluvia que nos traen las tormentas de verano, unas precipitaciones que suelen descargar en breves minutos grandes cantidades de agua que, si logramos retener, nos permitirá disponer del mejor riego durante unas cuantas semanas. Para recogerla basta situar un bidón de obra bajo las canalizaciones del tejado o repartir convenientemente unos barreños en los puntos donde se suele acumular.

Una buena medida para optimizar el riego es colocar un plato hondo debajo de cada tiesto. También podemos cortar los bidones de plástico del agua envasada para fabricarlos, cosa que además nos permitirá practicar un ejercicio mucho más interesante que el reciclaje: la reutilización.

Respecto a la frecuencia de riego, según la mayoría de los expertos en jardinería regar una vez cada tres o cuatro días (dependiendo del clima) de manera generosa es mucho más efectivo y saludable para las plantas que regarlas un poco cada día. Además, si lo hacemos de manera conveniente, sin sobre cargar los tiestos de agua, es una buena medida de ahorro.

Con independencia del tipo de planta que cultivemos y de su requerimiento general de luz, en los días de verano en los que el calor aprieta y la radiación solar alcanza los niveles máximos, es aconsejable alinear las macetas a la sombra de manera que evitemos el sol fuerte del mediodía, aprovechando mejor el del amanecer o la tarde, mucho menos agresivo para la planta. Además, la sombra es el mejor aliado del riego pues reduce la demanda por evapotranspiración.

Y, por último, si no disponemos de un sistema de riego automático y nos vamos a ausentar unos días de vacaciones, nunca debemos colocar todas las macetas en la bañera con dos dedos de agua ya que lo único que provocamos con ello es el encharcamiento y la putrefacción de las raíces.

En su lugar es mucho más recomendable agruparlas en el rincón más sombrío de la terraza o el balcón, bajo toldo, y colocar un recipiente grande de agua como un barreño o un par de cubos grandes, en un nivel superior. Luego bastará con colocar el extremo de un cordón grueso de algodón, tipo mecha, en el fondo del cubo con un peso encima y hundir el otro en la tierra de la maceta para que actúe como gotero: de ese modo la planta solo tomará el agua que necesite y no se ahogará. Utilizaremos un cordón por cada planta.

Otra técnica basada en el mismo principio de capilaridad consiste en llenar hasta arriba el fregadero de la cocina y situar una bayeta grande de fieltro en la parte exterior sumergiendo uno de sus extremos en el agua. Después ponemos las macetas sobre la bayeta para que puedan beber de ella por los agujeros de la parte baja del tiesto.

En todo caso, conviene tener en cuenta que la causa de muerte más común entre las plantas cultivadas en maceta es el exceso de riego y no la falta de agua, por lo que el hábito continuo de regar las plantas en verano puede resultar, además de un derroche absurdo, un gesto fatal para ellas.