Aunque Zapatero aseguró que el esquema de la remodelación ministerial estaba planificado desde el día en que anunció su renuncia a la reelección, lo cierto es que parece haber seguido la consigna de  Ignacio de Loyola: “en tiempos de tribulación no hacer mudanza”.

Los cambios han sido mínimos. Se refuerza a la vicepresidenta económica, Elena Salgado, a quien su ascenso pilló en Bruselas a punto de entrar en un consejo de ministros de la zona euro. A esas horas la moneda europea se mostraba más frágil que nunca y el nerviosismo de los dirigentes políticos de la UE  era palpable. La incapacidad de los gobiernos de Berlusconi, para poner freno a un déficit galopante y su público enfrentamiento con su ministro de Economía, volvieron a arrastrar a la eurozona a una jornada negra.

Elena Salgado, con la ponderación que la caracteriza, ha dicho que va a seguir haciendo básicamente lo mismo que ayer. El problema es que la indefinición sobre el  segundo rescate a Grecia, la falta de unidad en la UE, y la crisis italiana pueden arrastrar a este país pese a la confianza generada por los recortes emprendidos por Zapatero.

España e Italia están aportando fondos (en el caso de nuestro país en una proporción mayor que Alemania) para salvar a Grecia. Pero si ambos países necesitan, a su vez, un rescate solo quedarán Francia y Alemania para aportar fondos y no tienen dinero para tan alta tarea.

El resto de los cambios ha seguido la senda prevista. Antonio Camacho, el hombre que ahora mismo más sabe de la lucha contra ETA, asciende de secretario de Estado a ministro del Interior. Era el mejor en un momento clave de declive de los terroristas y cuando la carrera de las detenciones tiene una marcha imparable.

Más sorpresa ha causado la portavocia del Gobierno en manos de José Blanco. No tiene un verbo fluido el ministro gallego, es prolijo en sus explicaciones y, en momentos de dificultad preelectoral, ha tenido algunas respuestas extemporáneas con los periodistas.

Las quinielas que colocaban a Ramón Jáuregui en dicho puesto tenían mucho que ver con “convertir el deseo en realidad” de determinados sectores. Es Jáuregui un político poco propenso a la crispación, muy dialogante y que goza de amplias simpatías.

En cualquier caso el adelanto electoral no será causado por su buena o mala gestión ministerial, sino por la peligrosa inestabilidad económica que vuelve a azotar con fuerza a los países del Sur de Europa y que puede hacer necesario agotar la legislatura.

Victoria Lafora es periodista y analista político