El Partido Popular ha conseguido que con los votos de ocho jueces contra otros siete, el pleno de la Sala Penal de la Audiencia Nacional acepte la solicitud del PP de apartar del caso de los papeles B de la trama Gürtel al magistrado José Ricardo de Prada. De Prada fue uno de los tres jueces firmantes de la sentencia que condenó al partido de Aznar, Rajoy y Casado, como beneficiario de un sistema de corrupción institucional. La misma sentencia certificaba la existencia de una Caja B del partido.    

Durante todo el juicio de la primera época de Gürtel, el PP ya emprendió una cacería contra el magistrado, a quien no consideraban de su cuerda, y lo que es peor, no maleable en ningún sentido. José Ricardo de Prada es un magistrado con un enorme prestigio profesional, nacional e internacional, que lleva como bandera la defensa de su independencia hasta el último extremo. Una vez concluida esa etapa, quedaban pendientes otros juicios. Uno de ellos, el de los papeles B de Bárcenas, que impregnan el resto de piezas pendientes y a las que el mismo magistrado estaba adscrito.

Con tenacidad a prueba de todo, el PP casi mano a mano con la defensa del condenado Pablo Crespo, continuó presentando recurso tras recurso. En paralelo, la Sección II de lo Penal de la Audiencia Nacional vivía un baile de jueces sorprendente. Desde la inicial retirada, por su proximidad a los populares, de los magistrados Enrique López y Concepción Espejel hasta hoy, los componentes de la sala se han ido sustituyendo con una curiosa deriva hacia los sectores conservadores de la judicatura. Podría pensarse que se buscaba un tribunal ad hoc, como debe soñar el PP.

La recusación de De Prada ha tenido lugar con un argumento que muchos juristas consideran peregrino y es que, al haber dicho en su anterior sentencia que existía una Caja B en el partido, no tiene apariencia de imparcialidad para juzgar esta nueva causa. “Eso es tanto como decir que el que ha juzgado a un terrorista ya no puede juzgar a más terroristas o que quienes juzgaron las tarjetas black, están impedidos para juzgar el caso Bankia”, coinciden las fuentes consultadas.

No se puede decir, ni mucho menos, que todos nuestros jueces sean parciales, porque no es cierto. Pero, los jueces que, como De Prada, pelean con las agresiones externas para que no les contaminen, merecen todo el respeto. Son jueces que tienen un brillo personal difícil de combatir ya que viene de una convicción profunda sobre lo que es la Justicia. Es preocupante que la sombra de la duda afecte a un proceso o a un tribunal, porque da miedo que tras la sospecha, asome la impunidad.