El PP permanece a la espera de ver cómo su telonero en el concierto político, Ciudadanos, se las apaña con los pactos y sobre todo cómo aclara su situación con Vox. De entrada, Albert Rivera ha tenido que tragarse todas las palabras de prevención contra los de Santiago Abascal y, el domingo, los negociadores de ambos partidos desayunaron juntos, pese a que los naranjas habían jurado no reunirse con ellos.

Curiosa carrera la de Pablo Casado, que se ve ahora obligado a depender de las muletas que le prestan para seguir adelante. Y es que lo que no lograron dos derrotas electorales, ni el aliento en la nuca de los barones aspirantes, lo ha conseguido una sentencia de culpabilidad en la Audiencia Nacional, la condena social a la corrupción y en especial la determinación de Pedro Sánchez. El PP de Rajoy, primero y en clave interna y el nuevo PP después y a nivel nacional, entraron en barrena.

Con las elecciones generales llegaron los peores resultados electorales de su historia. Desesperados, los de Casado se lanzaron a narrar un relato ficticio en la línea de la remontada. De momento, el presidente del PP ha conseguido mantenerse. Veremos si consigue convencer y revierte la tendencia que muestran las urnas. Pero queda mucha sala de tribunal por delante para el PP y continuos nuevos sobresaltos sobre presuntas actuaciones irregulares que continúan como un goteo, dibujando cómo se ha barrido para casa y para el propio bolsillo e ignorando el bienestar de los españoles.

Ahora, por un mal cálculo de la izquierda dividida, Madrid puede quedar en manos de la derecha, convirtiéndose en la base de ese cuento tan bonito de que el PP va hacia adelante y Casado es un esforzado líder. De ahí que a Rivera le hayan “reprogramado” para juntarse ahora con Abascal. Como dijo Mariano Rajoy “Madrid es muy Madrid y mucho Madrid”. De ese modo se cumple la exigencia de Vox de solo negociar con aquellos con los que se reúna.  Casado ya ha completado su propio purgatorio con los de Abascal cambiando su concepto sobre los ultraderechistas de acuerdo con las necesidades vigentes. Para Casado Vox ha sido un partido con el que “compartía ideas y principios”, para después considerarlo un partido “de extrema derecha”, cuando los barones le regañaron por tan peligrosas amistades. Hoy se trata de “un partido a la derecha del PP” y sin duda, un compañero de cama deseado.

La propia Esperanza Aguirre, madre espiritual de las tres derechas (con permiso de Aznar), en La Sexta Noche, aconsejó a Casado abstenerse en la votación de la investidura de Pedro Sánchez. Es un baño de realidad para el líder popular, que parece no entender en qué posición lo han dejado las urnas.

Pero atención con el Partido Popular. Nunca hay que darlo por muerto. Y los errores de Ciudadanos, con mucha prisa por dar un sorpasso eterno e improbable, quizás le den aire. Veríamos entonces a la gaviota, como el fénix, renacer de sus cenizas.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com