Oriol Pujol se las prometía muy felices. A pesar que su partido firmó convenios con el Palau de la Música para patrocinar el canto coral en Cataluña, que uno de los miembros de su ejecutiva, Àngel Colom, recibió un talón de Félix Millet para pagar las deudas que dejó su aventura del Partit per la Independència, que algunas empresas que trabajaban en las campañas de CDC facturaban como qué no quiere la cosa al Palau o que Ferrovial reconocía que había pagado comisiones millonarias a cambio de obras públicas a un tal Daniel Osácar, a la sazón tesorero de Convergencia, el jefe de filas de los nacionalistas no se iba a salir del guión en el Parlament. Convergencia Democrática de Cataluña no tiene nada que ver con el expolio del Palau. Para dar mayor fuerza a su argumento, la actual junta –con miembros más que cercanos al partido- del emblemático centro cultural envió una carta al juez exculpando a Convergencia.

Pujol no esperaba mayores contratiempos. La oposición no iba a preguntarle porque exigía que Artur Mas diera explicaciones porque, entre otras cosas, el designó a Osácar miembro nato de la ejecutiva en el congreso que lo encumbró a la presidencia del partido. Fue una designación personal, como está previsto en los estatutos de CDC. Pujol no dudaba que además su posición se fortalecería ante los suyos por “dar la cara” y eso le conviene pensando en una futura sucesión de Artur Mas. No es un secreto que la familia Pujol apuesta por uno de los suyos para presidir el partido y para presidir la Generalitat. Las relaciones con Artur Mas son últimamente más frías que de costumbre.

Sin embargo, 24 horas antes todo se torció. El caso de las ITV –de las estaciones de inspección técnica de vehículos- explotó por todo lo alto y salpicó al líder nacionalista. La trama catalana del “caso campeón” llegaba hasta la misma puerta del despacho del líder nacionalista. Las conversaciones interceptadas a los imputados califican a Oriol Pujol como “Zumosol” y la juez la considera colaborador necesario en la trama. Pujol se defendió “ni colaborador, ni necesario” pero algunos sms dejan claroscuros que convendrá que la justicia despeje. Por ejemplo, el sms que Oriol Pujol envía a uno de los cabecillas de la trama para que solucione de una vez una factura que debe hacer su mujer, Anna Vidal Maragall –sí Maragall-. Tampoco, Oriol Pujol sale demasiado bien parado de las conversaciones de otros miembros de la trama que consultan con él algunos pasos a dar. Habrá que esperar a ver si la justicia considera que existe una forma de hacer y de conseguir favores a la sombra de un partido que ha gobernado, y gobierna, Cataluña. De momento, Oriol Pujol no está imputado quizás porque es diputado y la juez quiere estar segura. Por eso, ha solicitado más informes policiales.

De momento, Pujol y CDC han cerrado filas, se han envuelto en la bandera y en los símbolos y dejan correr la voz de que todo, absolutamente todo, es un complot español, evidentemente, para atacar al nacionalismo catalán que, según ellos, pasa por un momento de fortaleza. A parte de esta soflama, no se conoce ninguna otra explicación aunque todos los imputados en el caso de las ITV o son cargos de Convergencia, amigos de Oriol Pujol o empresarios de la órbita de CDC. Lo dicho, habrá que esperar a que la justicia dictamine pero, de momento, la fortaleza de Oriol Pujol está en horas bajas. El tiempo puede con todo, y el primo de Zumosol ya no es lo que era.

Toni Bolaño es periodista y analista político