Escrito por Federico Trillo. Un libro suyo, Memoria de entreguerras; mis años en el Ministerio de Defensa (2000-2004). Trillo logró  ser Jurídico de la Armada y tiene un brillante currículum. Como le cayó muy bien al presidente Aznar, pasó a convertirse en uno de los muchos aduladores del joven falangista de la Falange auténtica, en la que él creía.

Iniciada la transición hacia la libertad, Aznar publicaba entonces sus pensamientos tan parecidos todavía a los de los franquistas. Pasados los tiempos, consiguió Trillo formar su equipo. Puede leerse en el  libro mencionado: “Mi equipo político, para Defensa era muy reducido, y más técnico que propiamente político”.

Conviene resaltar los nombres de estos conocidos de Trillo, como él explica: “Fernando Diez Moreno, abogado del Estado y gran amigo, había sido con Rodrigo Rato, subsecretario de Economía y Hacienda en nuestro primer Gobierno. Le propuse para secretario de Estado de Defensa, responsable de los aspectos económicos y financieros, y de los programas de armamento. Siempre, además, siendo viceministro. A esta condición añadiría la de comisionado del Gobierno para la reconstrucción de  Iraq en  nuestro mandato”. Atención: No consta que Rodrigo Rato esa vez  se llevara al bolsillo unos cuantos millones.

La obsesión monumental de Aznar para hacerle la guerra a Iraq la planteó en  todo el mundo como si él fuera el héroe  de España, junto al de EE.UU., el presidente Bush y, también,Tony Blair, otro amiguito de Aznar y familia. ¡Qué maravilla!, debió pensar el entonces presidente del Gobierno. ¡La guerra es la guerra y  hemos de atacar a los malos de Iraq!  Los ciudadanos españoles dijeron ¡no a la guerra!, envenenados por los medios periodísticos de la izquierda. Trillo, en cambio, católico total, llegó a declarar que él no pensaba lo mismo respecto a esa guerra que el Papa Juan Pablo II.  

Luego, Aznar puso en marcha  el caso del islote de Perejil. Otra imbecilidad del presidente del Gobierno, dispuesto a creerse que él era el Rey de España y que había que darles una lección a los moros. España no iba bien y lo peor  era que Federico Trillo le hacía de palmero. Y después Mariano Rajoy lo envió a Londres como embajador, y a vivir como un Rajá. Los muertos del accidente del Yak-42 fueron 62 militares, cuyas familias se sienten injustamente tratadas. Así eran Aznar y Trillo, empeñados en negar la verdad.