Parece que el deporte nacional de la caverna es deslegitimar a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. No sea que se consolide en sus nuevas responsabilidades y la derecha se despida de La Moncloa durante mucho tiempo.

Periódicos como El Mundo, entre otros, casi todos los días descargan su munición de manipulaciones, medias verdades o, quizás, mentiras. Dicen que nadie ha votado a Sánchez, que se ha tratado de una moción de censura de pega, que ha llegado a la presidencia de forma legal -esto lo dicen a regañadientes-, pero no legítima.

Lo cierto es que ningún votante de Unidos Podemos, ERC, PdeCAT, PNV, Compromís, Bildu o Nueva Canarias, se puede haber sentido traicionado por el apoyo a la moción de censura contra Mariano Rajoy Brey. En otras palabras, se sienten representados en esta nueva etapa, lo que da legitimidad a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.

Dicen también, que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) le ha regalado a Sánchez una encuesta a medida, para catapultarlo como si fuera un hombre-cohete. Esto se dice desde las páginas de un periódico que, hace nada, publicó una encuesta de Sigma Dos que daba a Sánchez ganador. Sumado a estos argumentos, el ataque se reduce a los comodines de siempre: inmigración y ETA.

El famoso efecto llamada no podía faltar. Lo cierto es que el efecto llamada no es de Europa a África, sino de Europa a Europa. El hecho de que los migrantes no vayan a Italia no implica que no vengan a Europa. Están dispuestos a cruzar el Mediterráneo, adonde sea, después de tardar de uno a tres años en cruzar el Sáhara (recordemos que Sánchez lleva dos meses en el Gobierno).

Capítulo aparte merece el miserable tuit del 2 de agosto, del primer ministro de Italia, Matteo Salvini, una especie de aprendiz de Mussolini, en el que se burlaba de los rescatados por el barco Open Arms, a quienes deseaba buen viaje a cualquier lugar, menos a Italia.

Un partido legal y democrático como el PNV se dedica a humillar a las víctimas. Salvo cuando gobierna el PP, claro, porque en ese caso se convierte en un socio deseable

Lo primero que piden los llegados en pateras a las costas europeas (“esos inmigrantes que todos tienen móvil”), es un móvil para avisar a sus familias de que están vivos. Si no, sus familias tienen que seguir pagando a las mafias como si todavía se encontraran en las costas africanas. Ese es el otro efecto llamada.

No podía faltar ETA en el menú. Resulta que el Gobierno tiene que pagar la factura a Bildu por apoyar la moción de censura -cuyos votos no eran necesarios- y también al PNV. Y pagar esa factura al PNV significa humillar a las víctimas del terrorismo, siempre de acuerdo con la caverna. Dicho de otra manera, un partido legal y democrático como el PNV se dedica a humillar a las víctimas. Salvo cuando gobierna el PP, claro, porque en ese caso se convierte en un socio deseable.

Dos años de acción de Gobierno pueden cambiar mucho las cosas, a pesar de no disponer del apoyo de una mayoría parlamentaria estable. Esa es la apuesta de Pedro Sánchez.