En un artículo magnífico que leí hace unos días, en el blog para Público de Juan Sánchez López, el autor adelanta en el título el interrogante que resuelve, en mi opinión, muy bien en el texto: ¿Por qué no avanza en las encuestas el Gobierno de Pedro Sánchez si lo está haciendo bien? Cualquiera con dos dedos de frente percibe que a este Ejecutivo le ha tocado una época tremendamente dura y difícil, con una pandemia que ha deteriorado la economía y la industria hasta límites, y después con el contexto de una guerra que ha paralizado de nuevo la economía y ha encarecido, también hasta límites, el precio del gas y del combustible, y, a la vez, el precio de todo.

Y todo ello con la extrema derecha y el neofascismo, por primera vez en Democracia, teniendo voz y voto en el Parlamento, y con las consecuencias sobre nuestras cabezas de las privatizaciones de la derecha, es decir, con la ruina de lo público, que aún siguen destruyendo allá donde gobiernan los del Partido Popular y Vox. Y todo ello aderezado con una maquinaria imparable en medios de comunicación y redes sociales que vierte mentiras, infamias y bulos que crean corrientes de opinión basadas en canalladas y falsedades. Y, según compruebo, día a día, nutren muy bien la conciencia colectiva de un amplio sector de la sociedad. No es para menos cuando se comprueba, además, el blanqueamiento que desde muchos medios y de programas estrella de la televisión, se está haciendo del neofascismo y de las ideas de la extrema derecha.

Es difícil resumir en unas líneas las medidas, leyes y decretos con los que el Gobierno de Sánchez busca mejorar la situación del país y de los ciudadanos; pero por refrescar un poco la memoria recordemos, por ejemplo, la subida del SMI, subida de las pensiones, la excepción ibérica en los precios de la electricidad (somos el país en el que menos se ha disparado el costo eléctrico), Ley de Ciencia, incremento de becas, Ley de muerte digna, Ley de bienestar animal (insuficiente en mi opinión), Ayudas para transporte público, Ertes para las empresas por la debacle de la pandemia, Ley de cambio climático, y cien etcéteras. No hay ámbito en el que no intenten, mejor o peor, defender a los ciudadanos, a todos, y no sólo a unos pocos, como suele hacer la derecha.

Dicen los sectores de la derecha que España está en quiebra, pero, aun con las grandes dificultades de la grave crisis mundial que estamos todos viviendo, la ruina económica que nos anuncian los ámbitos  neofascistas nos queda muy lejos. De hecho, por sólo poner algunos ejemplos, la España de Pedro Sánchez es mucho más próspera que lo era la del gobierno de Rajoy. El déficit público se ha reducido del 7 por cien en 2021 al 4,5 en 2022, según la agencia de Bolsa Scope Ratings; en 2012 estaba en casi el 11 por cien con el Partido Popular. La prima de riesgo estaba en 2012 en nada menos que 490 puntos, y con Sánchez está por debajo de 100 (63 puntos), algo que no ocurría desde 2010. Por otro lado el paro ha bajado, y ha bajado mucho, de 4,6 millones de parados con el gobierno del PP en 2012, a exactamente 2,81 millones en noviembre de 2022. ¿Dónde está esa debacle apocalíptica que anuncia la derecha desesperada por recuperar su cortijo?

Dice el catedrático en Psicología Robert Hare que ante el mal hay poco que hacer, porque la buena gente es incapaz de funcionar con la astucia y la malignidad de que son capaces los carentes de conciencia; que lo que sí se puede y se debe hacer es informar para estar prevenidos ante la maldad. Se trata de informar, de hablar, de expandir y difundir lo cierto en detrimento de lo incierto. Y eso es algo que, como Juan Sánchez, creo que este gobierno no está haciendo nada bien, sino todo lo contrario. No se promociona lo suficiente. Sus logros no llegan apenas a la opinión pública. No cuenta con medios propios, casi todos ellos en manos de grandes empresas, fondos de inversión e Iglesia católica. Ni siquiera cuenta con una Televisión pública objetiva que está, en buena parte, en manos de la derecha. Los medios democráticos y progresistas son muy escasos y se encuentran aislados en medio del poder mediático de los intolerantes. No es extraño, por tanto, que el trabajo titánico de este Gobierno no llegue ni a rozar a la conciencia colectiva.

Este Gobierno debería por el bien de todos poner veto a los bulos y a las mentiras que se vierten de manera impune todos los días por una gran parte de medios de comunicación, y legislar de manera contundente en ese sentido. Tendría que frenar esa lacra que está dañando, en mi opinión de manera profunda, a este país. Y sobre todo, tendría que buscar de manera definitiva los medios para informar y para promocionar su trabajo y sus logros que, de otro modo, pasan desapercibidos para la mayoría de españoles desinformados, incluidos los propios beneficiarios de esos logros.

Decía la maravillosa filósofa francesa Simone Weil, que la búsqueda de la verdad es la búsqueda más sagrada de todas. Pero la sociedad necesita las herramientas y los medios para poder encontrarla.

Coral Bravo es Doctora en Filología