Pere Aragonés parece estar decidido a dar un volantazo a su carrera de dirigente independentista justo en vigilias electorales. El actual presidente de la Generalitat y candidato de ERC a la reelección ha pasado de exigir la república catalana a reivindicar la “singularidad financiera a la vasca” para Cataluña. Un retorno teórico a la negociación preconstitucional, cuando Ramon Trías Fargas se quedó prácticamente solo defendiendo el modelo del concierto económico. Jordi Pujol se negó en redondo y prefirió el sistema de financiación general. Desde entonces, solo Artur Mas recuperó la idea por unas semanas, las justas para que el intento fracasara y convertirse de inmediato en independentista.

Aragonés estaría caminando en sentido contrario al de Artur Mas. En todo caso, el movimiento del candidato de ERC le habrá dado una alegría a Carles Puigdemont que verá su horizonte electoral más despejado por el flanco soberanista. A Pedro Sánchez, en cambio, le habrá provocado un nuevo disgusto. La interpretación muy libre de ERC de la literalidad de los pactos de investidura se aleja mucho de la posición del PSOE. Los socialistas aceptaron una comisión bilateral para estudiar “una financiación adecuada” para la Generalitat, dentro de la multilateralidad autonómica, para asegurar “la suficiencia financiera”.

La consellera de Economía de la Generalitat, Natàlia Mas, ha fijado ahora su concepto de “singularidad financiera” de la Generalitat: recaudación del 100 por 100 de los impuestos, fijación de un cupo para el estado y creación de un fondo de reequilibrio autonómico. Todo esto supone recaudar y gestionar todos los impuestos por valor de unos 52.000 millones de euros (el doble de lo que gestiona ahora) y negociar con el gobierno central el importe a pagar en concepto de los servicios estatales prestados en Cataluña.

El concierto vasco en versión catalana no se contempla ni en la ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas ni en el Estatut y el gobierno de Pedro Sánchez tardó solo unos minutos en rechazar tal singularidad. Problemas pues a la vista para la mayoría parlamentaria en el Congreso, convenientemente sobredimensionados por la inminencia de la campaña electoral.

Las consecuencias de esta propuesta anuncian también dificultades para el propio Aragonés por el flanco soberanista. Su propuesta autonomista-federalizante será valorada por Junts, sus ex socios de gobierno y ahora rivales por liderar el independentismo, como una nueva renuncia de ERC a los ideales soberanistas. El PSC, que en otras circunstancias podría leer con buenos ojos una oferta federalizante como esta, no dudará en época electoral en alinearse con Pedro Sánchez, marcando la senda de la negociación multilateral como la apropiada para reformar el modelo de financiación general.  

El calendario le ha jugado una mala pasada a Aragonés. Desde hace meses su gobierno venía anunciado que estaban trabajando en esta propuesta de singularidad. La consejera Natàlia Mas incluso utilizó estos trabajos como argumento para justificar su rechazo a participar en ninguna negociación conjunta con el resto de CCAA para la reforma del sistema de financiación autonómico. Alegó que la Generalitat ya tenía una comisión bilateral en marcha para tratar directamente con el gobierno central sobre tal singularidad. Es fácil de imaginar que este era un reto para mantener viva la ficción de la bilateralidad durante de la legislatura, pero no parece un ítem electoral muy apropiado para competir con Puigdemont en campaña electoral.