Unos cuantos viajeros del Cercanías de Sevilla, que uso de vez en cuando, se enteraron ayer por mí que había que volver a pagar el billete completo del tren (4 euros), salvo que hubieras sacado anteriormente el bono gratuito, porque, sorpresivamente, no se había aprobado la medida del descuento en el Congreso de los Diputados. Una señora me miró de soslayo pensando que estaba de broma y un joven con patinete a cuestas me dijo que él se subiría al vagón y salga el sol por Antequera. Yo pagué mi billete en la máquina y la oportuna presencia de un vigilante de seguridad devolvió la credibilidad a mis palabras, pues confirmó el precio, para fastidio general del personal.

Es para estar cabreado, la verdad. Es un fracaso de nuestra clase política hacia la población más desfavorecida; la que usa el transporte público y la que vive de pensiones bastante cortitas. Efectivamente, si usted es de los que tiene un deportivo y ya está confirmada su reserva para el próximo fin de semana en tal o cual resort, esto no va con usted, quédese tranquilo. Me estoy refiriendo a los tiesos, que son la mayor parte de la población española y que, además, es la que paga impuestos regularmente.

Por cierto, para quien no lo sepa, “tieso” significa “que no tiene dinero” en la octava acepción del diccionario de la RAE. Aunque aquí, en Andalucía, ahondamos en la “tiesura”, que puede ser temporal -por estar a fin de mes, no llevar dinero encima o pasar una mala racha- o permanente. Más bien me refiero a este último caso, donde estaban la mayor parte de los viajeros que habían madrugado para coger el tren a Sevilla y tuvieron que aligerarse un poco más el bolsillo.

De regreso a casa, esos mismos ciudadanos verían en la televisión al presidente de la Junta de Andalucía vendiendo la maravilla y el milagro andaluz en FITUR. Que esperamos este año a 37 millones de turistas y que el impacto económico del sector llegó a los 28.695 millones de euros en 2024. Que ya vamos a estar volando a EEUU y China en varios vuelos directos. Y toca las palmas y siéntete orgulloso de ser andaluz y menos mal que hemos venido nosotros a daros la alegría del año, que las malas noticias siempre las trae el malvado Sánchez.

Tanta carcajada disparada y tanto brindis y tapita de jamón llega a los hogares de los tiesos andaluces en forma de discurso culpable; que vamos, que nos quejamos de vicio, con lo bien que se lo pasan los turistas británicos y alemanes en nuestra tierra dejando sus buenos duros. Luego, la consejera de Salud afirma con rotundidad que la Atención Primaria de la sanidad andaluza está que se sale, que los millones de euros le han llovido y que no se preocupe usted, que la cita previa no se va a retrasar más. Que sea usted paciente, que lo queremos todo corriendo y así no puede ser.

Y con el plato de comida delante, la familia tiesa mira con descreimiento las noticias del telediario; además, con un señor de pelo naranja que nos meten hasta en la sopa aunque viva a miles de kilómetros y una pobre señora interrogada ferozmente por un juez, deseoso de conocer los detalles de cómo le metieron mano, con ese puntito de descreimiento patriarcal perdonavidas. Y el abuelo, mientras disfruta de la sopa, se pregunta que por qué tienen que hacerse públicos esos vídeos, cuando los tiesos lo que queremos es que no nos bajen la pensión y podamos viajar en el Cercanías a un precio asequible, que mañana hay que ir al hospital a revisión.