La web Chess Teacher explica a través de una partida cómo Alberto Núñez Feijóo, el actual líder del Partido Popular, se ha terminado convirtiendo en una pieza débil dentro de la partida por el liderazgo del partido del charrán tras su nefasta gestión de la caída del presidente valenciano, Carlos Mazón. Y es que ya solo los amantes de la necrofilia política, que haberlos, hailos, siguen diciendo que en el PP valenciano quieren que Mazón aguante como presidente de la Generalitat.
Feijóo, como buen gallego, trató de solventar el ‘problema Mazón’ midiendo los tiempos, pero ese conservadurismo le llevó a “explotar inmediatamente los triunfos de la posición” pensando que eso le permitiría mantener las riendas del partido bien sujetas. Craso error Alberto, pues desde el PP valenciano han aprovechado ese ‘triunfo’ para conseguir ponerte entre la espada y la pared con todo lo que ello implica.
Núñez Feijóo quería controlar los tiempos, unos tiempos también bastante supeditados por el poder de Vox en la Comunitat Valenciana, y ser él el que decidiera cuándo hacer dimitir a Mazón y, obviamente, decidir quién sería ‘la’ sustituta. Spoiler: María José Catalá, actual alcaldesa de Valencia.
Pero el galleguismo se le ha vuelto en contra y, ahora, en lugar de mandar sobre el tablero, lo que el líder popular ha conseguido es crear una ‘debilidad de color’ que, en lenguaje ajedresístico y político, es cuando “una casilla se vuelve débil cuando se queda sin un peón que la defienda. Esta debilidad puede propagarse por todas las casillas del mismo color”.
Feijóo ha creado una debilidad sobre su liderazgo sin precedentes. Y poca broma con el tema, que tiene jugando con las negras a la reina más poderosa, y peligrosa, que se ha visto en el PP en años. Ni más ni menos que a la lideresa de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Una reina firme con la pieza más sibilina, ese alfil llamado Miguel Ángel Rodríguez, que ya ganó una partida crucial matando en menos movimientos que Garri Kaspárov contra un niño a otro rey, el ya olvidado Pablo Casado. Y que ahora quiere emular la partida de 1930 de Alekhine, y reventar a su rival sin apenas despeinarse.
Pero claro, es que los tiempos juegan absolutamente en contra de Feijóo, al que parece ser que las elecciones autonómicas como las de Extremadura (diciembre) y Castilla-León (casi seguro marzo), y los problemas con los varones como Juanma Moreno Bonilla en caída libre por la indecencia de los cribados de cáncer de mamá, están dejando al actual rey Feijóo con una debilidad de color que ha abierto una autopista al alfil MAR para comérselo con menos problemas que se comió a Casado.
La fiesta que nunca se acaba en Valencia que decía Ricardo Costa puede terminar siendo el clavo en el ataúd político de Alberto Núñez Feijóo. Un Alberto al que las encuestas empiezan a parecerle el K2. Y es que ser la marca blanca de Vox, y no ser capaz de tomar decisiones como hacer dimitir a Mazón en un año, son las primeras frases de una epitafio político que cada vez parece más real.
Este lunes, salvo nuevo cambio de timón, Carlos Mazón o bien dimitirá, o bien anunciará que no se presenta en 2027. Pero Feijóo, gracias a su falta de liderazgo, solo tendrá dos opciones. La primera, admitir al actual presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, como futuro candidato en contra de la elección de Génova, Catalá. La segunda, no aceptar la elección de los valencianos y declarar la guerra. Ninguna de las opciones es buena para Feijóo. La primera evidenciaría sin paliativos su debilidad. La segunda directamente podría costarle el cargo si pierde la guerra.
Quizás el todavía líder del PP debería haberse leído ‘El arte de la guerra’ de Sun Tzu, pero tampoco le vamos a pedir eso a quien se iba de veraneo con un narco. Mejor que se lea Fariña, pues si sigue así, poco le queda para volver a su tierra.