No hay día sin escándalo popular. ¿A qué viene ahora esta especie de homenaje -otro más- para enaltecer la figura de Camps?  Lo ignoramos, pero el asunto huele a chamusquina. ¿Pretenden los  máximos dirigentes de la derecha tranquilizar al caído presidente valenciano para evitar así que pueda hablar o largar más de la cuenta? ¿Tiene miedo Rajoy de que Camps acabe cantando la Traviata y lo que más convenga? Sea como fuere, Rajoy  lo alabó y Fabra lo elevó a los cielos.  El PP ha convertido a Camps en “un ejemplo para los políticos de España”. Nunca nadie creyó, hasta ayer, que un tipo como Camps iba a transformarse en “un ejemplo para los políticos.” Claro que tampoco nunca nadie en sus cabales osó llegar tan lejos en el arte de la hipocresía respecto al caso Gürtel. En fin, que los populares acostumbran a confundir -en torno al ex presidente del País Valencià- la presunción de inocencia con la tomadura de pelo.

Ejemplo de honestidad
¿Puede ser ejemplo de honestidad, según la teoría de Fabra, quien como Camps dijo públicamente y rotundamente, que él se pagaba los trajes? ¿Puede serlo quien reiteró una y otra vez que no era verdad el asunto de los regalos de los trajes, y de otros atuendos, y adujo extravagantes historietas que no aportaron la más mínima prueba de que hubiera pagado de su bolsillo la mercancía de las vestiduras? ¿Puede ser ejemplo de honorabilidad quien afirmó primero que era amigo de El Bigotes y, después de que se difundiera su conversación telefónica -más que amical y fraternal-, manifestara que no lo conocía? ¿Qué ejemplaridad es la de un presidente de la Generalitat valenciana que impidió  a la oposición el acceso a documentos y contratos sospechosos por su posible conexión con la trama Gürtel.

De medio a medio
Todos aquellos que, a la vista de la precipitada investidura de Camps, supieron con satisfacción que su sustituto era Albert Fabra, alcalde de Castellón, se equivocaron de medio a medio. Las solemnes declaraciones a La Razón demuestran que Fabra es más de lo mismo. Sus iniciales alusiones a la transparencia acerca de la trama corrupta se han quedado en agua de borrajas. Fabra no ha exigido justicia. Sí  ha exigido que Camps sea considerado ejemplo para los políticos. Sólo con esto, Fabra ya se ha retratado. Y Rajoy ha vuelto también a retratarse. Al fin y al cabo, Camps es “uno de los nuestros”.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM