Es sabida la fobia y el odio que le tienen los populares y sus adláteres al capitán Lozano, que fue un modelo de militar al servicio de la II República, como otros muchos oficiales y mandos del Ejército, fieles al régimen democrático entonces vigente. El mensaje que llegó a su familia ratifica la dignidad de Lozano: “Muero inocente y perdono; mi credo fue siempre un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes”.

Ideologías varias
Entre los militares que defendieron la República los hubo de ideologías varias. Unos cuantos eran liberales y masones. Otros eran próximos al PSOE o al Partido Comunista. Pero no faltaron  católicos practicantes, como el coronel de la Guardia Civil, Antonio Escobar, que ascendió a general. Escobar derrotó en las calles de Barcelona a los insurrectos y colaboró de forma ejemplar con Lluis Company, presidente de la Generalitat, y también con el presidente de la República, Manuel Azaña.

Escobar y Batet, católicos
Asimismo fue católico el general Domènec Batet, cuya biografía fue escrita en 1994 por Hilari Raguer, monje de Montserrat e insigne historiador. El dictador Francisco Franco, personalmente, dio la orden, recién acabada la guerra civil, de ejecutar a Escobar y a Batet. Ambos fueron asesinados. Como en agoto de 1936 lo fue el capitán Lozano. No pocos sacerdotes vascos fueron encarcelados o fusilados por los franquistas.

En el bando republicano
La Ley de la Memoria Histórica, tan vituperada por  la derecha política, religiosa y mediática y de la que se ha burlado, o mofado, varias veces Mariano Rajoy Brey, el líder ultramontano –disfrazado de centrista-, debería investigar al máximo posible la presencia de católicos, incluidos seglares y eclesiásticos, en el bando republicano. El de la legalidad vulnerada con la ayuda de Hitler y Mussolini. Y convendría conocer además cómo muchos de tales católicos fueron víctimas del régimen franquista.

El barniz del desarrollismo
Burgos sostiene, entre ironías y chanzas tabernarias, que en los años sesenta del siglo pasado el franquismo no era ya tan negro como ahora lo pintan. El barniz del desarrollo económico –que se basó fundamentalmente en el dinero ahorrado por el millón largo de emigrantes españoles a Alemania y otros países- ni puede ni debe ocultar que, en aquel tiempo, España continuaba con la libertad secuestrada por el verdugo de El Pardo. Así seguimos hasta el 20 de noviembre de 1978 y hasta que fue consensuada mayoritariamente la Constitución, sin olvidar el último intento del franquismo, el 23-F, con el frustrado golpe de Estado. En esta ocasión, afortunadamente sin éxito.

Luis Solana
Durante la década de los sesenta, nuestro querido colaborador en el PLURAL.COM Luis Solana fue detenido como él nos ha explicado justamente estos días. Fue enjuiciado al modo de la Dictadura. Y fue encarcelado durante tres años. ¿Su delito? Ser socialista. No fueron  los sesenta tiempos apacibles para quienes participamos en la lucha, pacífica y democrática, contra el dictador y su camarilla de falangistas, oligarcas y  católicos integristas.

Julián Grimau, Enrique Ruano…
En 1963, Julián Grimau, comunista, que había regresado a España tras su exilio, fue detenido y condenado a muerte. De nada sirvió la intercesión del Papa Pablo VI ante Franco y de relevantes políticos democráticos de varios países europeos. Manuel Fraga Iribarne, ministro de la Propaganda en aquella época, se dedicó a ultrajar deliberadamente a quien Franco se había empeñado en matar. La coartada de una condena de muerte, firmada por Franco y sus ministros, la preparó Fraga, el mismo que años más tarde fue el principal fundador de AP. En 1969, la policía asesinó al estudiante Enrique Ruano –compañero y amigo de colegio de Rubalcaba- opositor del régimen, tirándolo por la ventana a la calle. ¿Deliciosos años sesenta, Burgos, tú que entonces afirmabas que eras antifranquista?

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM