Raphael Minder, corresponsal del New York Times en España, decía este viernes en la Contra de La Vanguardia que estaba asombrado porque en nuestro país: "Nadie en la calle ha roto ni un solo cristal. ¡Esto es milagroso! Y más con tantos políticos irresponsables llamándose "nazis" y dirigiéndose frases inaceptables unos a otros...". Resumiendo, que nuestros políticos tienen un pueblo que no se lo merecen. Aunque tanto va el cántaro a la fuente, que si dejamos mucho más tiempo nuestro futuro en manos de los actuales dirigentes, van a acabar rompiéndose algo más que cristales.

Sé que la mayoría de los políticos de este país son de letras, pero incluso para ellos debería resultar sencilla la operación de sumar. En la situación actual a mí los números me salen, y lo que no me cuadra es, precisamente, la letra. Sin tener que irse más atrás de la semana que acaba de terminar, en estos siete días se han sumado letras más que suficientes como para haber provocado que los líderes de la oposición se reunieran a hacer números. El pasado miércoles, por primera vez en nuestra reciente historia, un ex alto dirigente del PP, Ricardo Costa, reconoció en juicio que su partido se ha financiado ilegalmente, tiene por uso común el pago con dinero negro, el amaño de contratos públicos y el cobro de comisiones. Y como guinda, por si había alguien que lo pudiera dudar, que todos esos delitos los había comunicado él mismo a la dirección nacional del partido. 

Al listado de fechorías expuestas por Ricardo Costa hay que añadir la destrucción de pruebas y la obstrucción a la justicia. Por cierto, una de los principales motivos que alegó el fiscal en el caso de los Jordis, que llevan más de tres meses en prisión preventiva, fue, precisamente, la obstrucción a la acción judicial llevada a cabo en la Conselleria d'Economia, y eso que no se les ha podido demostrar la posesión de martillos para limpiar discos duros. 

Además de las acciones propias de un grupo mafioso, al PP hay que sumarle su absoluta inoperancia política. No es que no hayan hecho nada en absoluto para intentar resolver el problema catalán, más bien todo lo contrario, es que no están preparados ni para presentar un candidato decente al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, enfrentarse a una nevada, y, mucho menos, como reconoció Mariano Rajoy a Carlos Alsina en la penitencia radiofónica a la que somete cada año, para solucionar la discriminación salarial que padecen las mujeres. 

Y vuelvo a las matemáticas. Si la suma de todos los partidos de la oposición es más que suficiente para hacer caer al Gobierno y convocar nuevas elecciones o, algo más complicado, formar un gobierno aunque sea provisional; ¿qué oscuros motivos esconden para que sigan permitiendo que nos gobierne un grupo de ineptos delincuentes?