Los juegos de mesa han pasado de ser un buen y divertido pasatiempo familiar a convertirse en un recurso con impacto en la educación y la salud. Según un estudio de Game in Lab, desarrollado en España y otros países, jugar de forma regular puede reducir en un 34% los problemas de comportamiento en niños con déficit de atención.
Y es que según el mencionado informe las sesiones de juego se asocian a un incremento del 17% en el autocontrol. Además, ha demostrado que permite aumentan en un 18% la memoria a corto plazo, así como la flexibilidad cognitiva, con un 13%, y el control inhibitorio, con un 17%. Pero eso no queda ahí: los investigadores comprobaron que, en niños y niñas de entre seis y doce años, se registró un avance del 10% en las habilidades de lectura y de un 17% en aritmética tras participar en dinámicas de juego de mesa.
El estudio también realizó actividades con adolescentes para comprobar la influencia positiva de los juegos de mesa. En ellas, se pudo comprobar cómo jugar a juegos con un ritmo alto como Dobble mejoró la atención un 8% más que en las personas que solamente vieron vídeos.

La voz de los expertos
El estudio contó con la participación de Jorge Moya Higueras, profesor titular de Neuropsicología en la Universidad de Lleida y responsable del equipo de investigación NeuroPGA. Su línea de trabajo analiza cómo factores genéticos y ambientales influyen en el desarrollo cognitivo y, en este caso, se centró en el uso de juegos modernos para reforzar las funciones ejecutivas en menores socialmente vulnerables.
De hecho, Moya Higueras también ha estudiado los efectos positivos de los juegos de mesa en otros grupos de edad. “En comparación con otra actividad intelectualmente demandante como es la lectura, parece que tanto las personas que leen habitualmente como las personas que juegan a juegos de mesa habitualmente muestran menos declive cognitivo que personas que ponen en práctica actividades más pasivas como ver la tele”, ha explicado el experto en unas declaraciones realizadas a ElDiario.es. “Pero incluso encontramos los niveles más bajos de depresión en el grupo de quienes jugaban a juegos de mesa”, añade.
Por su parte, Rocío Martínez, responsable de marketing de Asmodee, que ha participado en Game in Lab y distribuye juegos de mesa tan reconocidos como el Exploding Kittens, ha destacado que “la investigación respaldada por nuestra iniciativa Game in Lab demuestra por qué el juego merece ser reconocido como un componente clave de la educación, especialmente para los jóvenes. Los juegos de mesa son más que un simple entretenimiento; resultan grandes herramientas para desarrollar la concentración, la adaptabilidad y las habilidades emocionales”.
Los mejores juegos de mesa para impulsar el aprendizaje
El programa Game in Lab, impulsado por Asmodee e Innovation Factory, llevó a cabo tres estudios entre 2023 y 2024 con pruebas cognitivas antes y después de las sesiones de juego. Los resultados apuntan a que estos recursos, más allá de su función de ocio, pueden tener un papel cada vez más relevante en el ámbito educativo y en el desarrollo de las habilidades sociales y cognitivas de niños y adolescentes. Algunos de estos juegos muy interesantes son:
1. Dobble Impermeable
Dobble Impermeable mantiene la esencia del popular juego de cartas en el que gana quien logre identificar antes el símbolo repetido entre dos cartas. La diferencia está en que esta edición está pensada para llevartela en tus vacaciones y también paa jugar con niños ya que las cartas son resistentes al agua. Con más de 50 iconos distintos, cada pareja de cartas comparte siempre un único símbolo idéntico. El reto es sencillo de entender, pero solo el más rápido podrá señalarlo primero. Sin duda, Dobble desafía tu agudeza visual y auditiva de la forma más divertida posible.

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2. Quick! Quack!, un juego para aprender divirtiéndose
Quick! Quack! nos traslada a un estanque un tanto peculiar. Los patos que lo habitan no solo son de diferentes colores, sino que también adoran los accesorios y tienen sus propias manías: algunos se llevan bien entre ellos y otros prefieren mantenerse a distancia. En este juego creado por Eugeni Castaño y Eloi Pujadas, la misión es organizar las cartas siguiendo esas afinidades y hacerlo contrarreloj, ya que cada turno dura apenas 15 segundos. Quien consiga colocar todas sus cartas antes que los demás se llevará la victoria. Según sus creadores, se trata de "un original reto de colocación de cartas y de reconocimiento de patrones". Además, ayuda a practicar la velocidad de procesamiento, junto a la discriminación visual y a la inhibición y ofrece curva de aprendizaje.

3. Klink, un juego de cartas muy divertido
Klink es un juego de cartas en el que cada participante intenta formar una colección con distintos valores, buscando siempre que la suma final sea la más baja posible. En su turno, cada jugador puede mirar una de las dos cartas disponibles y decidir si la incorpora a su mano o si la entrega a otro jugador, lo que da lugar a una dinámica donde la estrategia y las posibles traiciones marcan la partida. Ideal para jugar después de clase ya que Klink estimula la planificación, la toma de decisiones rápidas y la capacidad de interpretar las jugadas e intenciones de los demás.

4. ¡MÍA! El juego de mesa para practicar con las matemáticas
¡MÍA! es un juego de agilidad mental en el que las matemáticas se convierten en pura competición. El objetivo es sencillo: ser la persona más rápida en resolver sumas y restas para acumular puntos antes que los demás. Al finalizar la partida, gana quien haya conseguido la mayor puntuación. El juego arranca con un jugador inicial que revela la primera carta del mazo. A partir de ahí, todos intentan combinar dos de sus cartas mediante una operación que dé como resultado el número mostrado. Quien lo logre y grite primero ¡MÍA! se lleva los puntos. Un reto rápido, dinámico y perfecto para descubrir que con las matemáticas también se puede pasar un buen rato con combinaciones tan divertidas como Cerdo + Búho.

5. El monstruo de colores
El Monstruo de Colores es un juego de mesa cooperativo pensado para los más pequeños e inspirado en el conocido cuento de Anna Llenas. Creado por Josep Maria Allué y Dani Gómez, ofrece partidas de unos 30 minutos y está recomendado a partir de los 4 años, aunque es un juego que puede disfrutar toda la familia. Más allá del entretenimiento, esta propuesta tiene un fuerte componente educativo: ayuda a los niños a identificar y expresar sus emociones. Durante la partida, los jugadores acompañan al monstruo mientras ordena sentimientos como la alegría, la calma, el miedo, la rabia o la tristeza. De forma sencilla y divertida, los niños descubren que, al igual que le ocurre al monstruo, a veces resulta complicado comprender lo que sentimos. El juego se convierte así en un espacio para hablar abiertamente de las emociones y aprender a gestionarlas en compañía.
