Hasta el 24 de febrero de 2019, el Palacio de Gaviria de Madrid acoge una retrospectiva dedicada a la figura de la pintora polaca Tamara de Lempicka, comisariado por la experta Gioia Mori. Nacida en Varsovia en 1898, la artista dejó una huella esencial en el movimiento Art Decó, movimiento artístico del periodo de entreguerras. Fue su abuela quien, cuando era niña, le inculcó un amor por la pintura renacentista italiana que le influyó muchísimo en su arte posterior, sobre todo Ingres, Botticelli o el Manierismo. También le dejó una profunda huella la vida entre la nobleza rusa, que conoció a raíz del divorcio de sus padres, cuando la enviaron a la casa de su tía, que formaba parte de aquel estrato social. Vivió la Revolución Rusa y huyó a París, entonces inmerso en el postcubismo. Allí aprendió a pintar de la mano de Maurice Denis o André Lhote. Así se fraguó su fusión pictórica de Neoclasicismo y Cubismo, y comenzó a hacer retratos y desnudos de los artistas y aristócratas con los que compartía un estilo de vida excéntrico, glamuroso y sofisticado, marcado por el hedonismo, las orgías, la cocaína o la bisexualidad. Esta es la primera retrospectiva que se dedica en Madrid a la artista, que vino a España en 1932, donde trabó amistad con Alfonso XIII. Pasó sus últimos años en México.