El lib de la escritora, feminista y crítica cultural Mikki Kendall, Feminismo de Barrio (que ahora publica Capitán Swing en español) tiene un interesante lema: lo que olvida el feminismo blanco. Es solo un avance de las inquietantes verdades que se revelarán en el transcurso de estas páginas. Partiendo de su propia vida y de las experiencias de otros afroamericanos, Kendall plantea cómo el feminismo sin interseccionalidad es un intento inútil hacia la equidad y la inclusión. La mayor parte del activismo feminista se basa en clase, en grupos privilegiados, y esto solo genera más brechas entre personas opresores y oprimidas. Feminismo de Barrio investiga cómo atender las desigualdades que afectan a mujeres blancas no resolverá los problemas de las mujeres negras o las personas queer.

Así, en casos como violaciones o abusos, la declaración de una mujer blanca tiene más credibilidad que la de una mujer negra, o incluso que la de un hombre negro. La autora postula la supremacía blanca como una barricada para el verdadero motivo del feminismo y extiende el análisis a los otros sectores privilegiados de la sociedad, que definen qué constituye un tema feminista para los demás. Hay una paradoja que muchas veces pasa desapercibida si se tienen en cuenta las organizaciones y organismos que trabajan contra cualquier tipo de discriminación.

En lugar de abordar el problema en su esencia, a menudo les piden a los oprimidos que se mantengan fuertes. Feminismo de Barrio elimina la retórica convencional que perpetúa los estereotipos sobre las mujeres negras como ‘fuertes e independientes’. El feminismo convencional no ve el daño que esto hace: propaga la narrativa de que las mujeres negras son intrínsecamente fuertes para protegerse a ellas mismas, y que no necesitan protección de la ley o el sistema.