“He tenido una ansiedad terrible. Con temblores. Al menos podremos salir a correr la semana que viene”. Marta tiene 42 años y es colombiana. En su país trabajaba como contable en un banco, pero desde que llegó, hace tres años y dejando atrás a su madre y su hija adolescente, trabaja como empleada de hogar. Hasta hace poco, cotizaba a la Seguridad Social como autónoma, y conseguía casas que limpiar por medio de una empresa. Pero el pasado otoño tuvo que pagar la costosa operación de cáncer de piel de su madre y dejó de pagar la cuota. Ahora se ha quedado sin trabajo y no puede pedir ayudas. Sobrevive con lo que le siguen pagando algunos de los clientes, pese a no estar trabajando para ellos.

La ansiedad por la crisis sociosanitaria derivada de la Covid-19 es mayor entre las personas que tienen menos ingresos, no solo por el riesgo de contagio sino también por las consecuencias que el confinamiento puede tener en el mercado laboral y la economía real. Así lo afirma un estudio que ha elaborado, en el seno de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, un equipo especializado en el estudio de los procesos que generan trastornos psicológicos, y antes había elaborado informes sobre los efectos psicológicos que tuvieron los atentados terroristas de Nueva York, los atentados de Madrid y sobre el impacto emocional de varias catástrofes naturales como terremotos o tsunamis.

En declaraciones a EFE, Carmelo Vázquez, líder del grupo, ha expresado su sorpresa “por el buen nivel de información de los encuestados y por el alto grado de adherencia a los hábitos preventivos”, y ha comentado que detecta un mayor seguimiento de esas normas por parte de las mujeres. La investigación se ha basado en una encuesta realizada entre los días 8 y 10 de abril, 26 días después del primer estado de alarma y coincidiendo con el pico más alto de la mortalidad en España, y se hizo en paralelo con las universidades de Sheffield (Reino Unido) y Maynooth (Irlanda).

El estudio realizado por este equipo de investigadores y académicos revela que la mitad de los españoles perciben un elevado riesgo de contraer la enfermedad en el próximo mes (el 46,8 por ciento), en los próximos tres meses (el 39,1), o en los próximos seis (el 35,2 por ciento), lo que muestra -señalan- la amenaza generalizada de esta pandemia.

Demuestra también la correcta identificación que los encuestados hacen de las complicaciones en los grupos de riesgo (mayores y personas con enfermedades cardíacas, pulmonares o diabetes), aunque los españoles asocian también un riesgo entre las mujeres embarazadas que, de acuerdo con los analistas, no son “objetivo”.

También las normas de prevención están "interiorizadas y utilizadas", incluso las nuevas formas de estornudar con un procedimiento diferente al de llevarse la mano a la boca, y los encuestados han incrementado el uso de desinfectantes, aunque las mujeres extreman más los hábitos de higiene que los hombres. Incluso cuando se realizó la muestra, la recomendación de utilizar de forma generalizada las mascarillas en centros de trabajo y lugares públicos no estaba vigente, pero más de la mitad de la población creía en su eficacia para evitar contagios.

Por otra parte, casi la mitad de los ciudadanos confiesan sentir una "alta ansiedad" (casi el 50 por ciento); mientras que el 30 sitúan esa emoción en un nivel "medio" y en torno al 20 por ciento en niveles "bajos", y aunque es generalizada y uniforme, los investigadores han detectado que es mayor entre las personas con menos ingresos.

Los investigadores volverán a contactar con los mismos participantes en los próximos meses para analizar cómo cambian sus respuestas psicológicas a medida que la pandemia progresa y las medidas de confinamiento y distancia social cambian.