La política crea extraños compañeros de cama. Pero más extraño es que de por medio esté el arte. Pero con Trump en la ecuación cualquier cosa puede pasar. Hasta que le compre a Bob Dylan una escultura de 90.000 dólares mientras los funcionarios hacen cola por comida de beneficencia. 

Las discusiones entre el presidente y la Cámara de Estados Unidos han “cerrado el gobierno”. La expresión que emplean para la congelación de presupuestos. Congelación radical, pues los 800.000 funcionarios del país dejan de cobrar dado que no hay un presupuesto autorizado para pagarles. 

En Mozambique

Mientras Trump mantenía el puño de hierro para lograr financiación para su muro fronterizo, oficiales del departamento de Estado instalaban una obra de arte en la embajada de Mozambique. Su autor, el premio Nobel Bob Dylan. Su precio, 84.375 dólares. 

La obra es parte de una iniciativa cultural que quiere llevar el arte de Estados Unidos a todo el mundo a través de distinta exhibiciones en las embajadas. En total se programaron 200 muestras en 189 países. Los responsables arguyen que todos estos desembolsos estaban previstos y asignados antes del cierre gubernamental.  

El caso es que todo esto ha generado una situación kafkiana. Se critica al gobierno de Trump por tomar una iniciativa cultural. Una iniciativa que une, de alguna manera, al presidente ultramontano con el representante del progresismo antisistema, al menos hace más de medio siglo. 


Y de fondo, las colas de funcionarios que llevaban semanas sin ver un dólar y se veían obligados a pedir créditos para afrontar sus hipotecas o hacer largas colas en comedores sociales.