La tumba de Cleopatra, la última reina de Egipto, ha estado perdida durante más de 2.000 años, y su paradero ha intrigado a los arqueólogos y al público durante décadas.

Se sabe que se suicidó en el año 30 a.C., y algunos documentos antiguos sugieren que se enterró con el emperador Antonio en un mausoleo. Y recientemente, algunos medios han apuntado a que los arqueólogos descubrirán pronto esta tumba a unos 50 kilómetros al Oeste de Alejandría: un equipo que dirige Kathleen Martínez lleva quince años excavando el sitio, y ha encontrado restos que datan de la época de Cleopatra, incluido un montón de monedas acuñadas durante su reinado.

Pero ya hubo hallazgos similares en 2019, y casi una docena de académicos especializados en Cleopatra han afirmado a Live Science que es poco probable que Cleopatra fuera enterrada en Taposiris Magna, porque los entierros en Taposiris Magna parecen ser de figuras religiosas y no de realeza. Y, en general, afirman que las posibilidades de encontrar la tumba son escasas, porque, según consideran muchos de ellos, Cleopatra habría sido enterrada dentro de Alejandría, posiblemente en un área que ahora está bajo el agua.

Durante los últimos 2 milenios, la erosión costera ha implicado que algunas zonas de Alejandría, incluida una zona que contiene el palacio de Cleopatra, estén ahora sumergidas. E incluso si la tumba no está bajo el agua, existen muchas posibilidades de que haya sido destruida en algún momento de la Antigüedad o de que esté enterrada bajo el desarrollo moderno en Alejandría. Otros estudiosos se apuntan a la teoría de que haya sufrido robos.

Cleopatra fue el último eslabón de los "Ptolomeos", una línea de gobernantes descendientes de Ptolomeo Soter, uno de los generales de Alejandro Magno, que murió en Babilonia pero al que enterraron en Alejandría. Escritos antiguos mencionan a menudo la tumba de Alejandro, pero los arqueólogos nunca la han hallado, ni tampoco las tumbas de ninguno de los gobernantes ptolemaicos.