Mejor será que vayamos acostumbrando a estar rodeados de robots. A que hasta el más inverosímil momento de nuestras vidas tengamos que compartirlo con una máquina más o menos inteligente. Por ejemplo, el que nos haga la comida en un restaurante. 

Picante

Ese es la misión de Spyce, un restaurante de Boston gobernado por robots. O al menos la cocina. Todos los platos son creados por máquinas que cortan, mezclan, cuecen y presentan todo lo que se puede pedir en el menú. 

La idea parte de un grupo de amigos, compañeros ingenieros en el MIT. Pensaron que, gracias a las máquinas, podrían ofrecer una fastfood diferente. Una comida rápida que tuviera muchos de los elementos de la alta cocina.

Esa cocina que nos parece prohibitiva por sus precios. Y buena parte del elevado coste de cada plato se debe a la mano de obra que necesita. Cualquier que haya visto un restaurante de cierto nivel, sabe que en la cocina, un buen puñado de cocineros se afanan en tener listo cada pedido. Y eso redunda en un gasto en nóminas elevado.

Estrella Michelín

Con un robot se acabó ese problema. Y según sus creadores, la comida es tan buena como en los espacios con estrella Michelin. De hecho, se asociaron con el reputado chef Daniel Boulud, la mano humana de las recetas antes de que pasen por la máquina para ser preparadas. 

Al final, queda una carta compuesta por un buen número de ensaladas, platos veganos y libres de gluten. Aunque un vistazo más la detalle deja ver alguno de los trucos. Los platos no son demasiado elaborados en cuanto a la cocina se refiere. Sí hay mucho cortar y mezclar, pero poco cocer, hervir, freír, calentar a baja temperatura, dorar, brasear. Vamos, lo que siempre hemos entendido por cocinar.