La pérdida del olfato, también conocida como anosmia, puede afectar mucho la calidad de vida de una persona, haciendo que sea extremadamente difícil degustar los alimentos, detectar peligros en el aire y llevar a cabo otras funciones que dependen del sentido del olfato.

Un grupo de investigadores de Johns Hopkins Medicine han estudiado una de las causas conocidas de la anosmia, la exposición prolongada a la contaminación del aire, para comprender mejor cómo una persona puede verse privada de la capacidad de oler y saborear.

Los resultados de su investigación se publicaron el 27 de mayo de 2021 en JAMA Network Open. "Incluimos participantes de una variedad de áreas en nuestro estudio; sin embargo, la mayoría vivía en áreas urbanas donde los niveles de contaminación son más altos", explica en el texto el autor principal Murugappan "Murray" Ramanathan, MD, rinólogo y profesor asociado de otorrinolaringología. "Queríamos evaluar cómo su exposición a la contaminación atmosférica PM2.5 (materia particulada inhalable de menos de 2.5 micrómetros de tamaño o aproximadamente 30 veces más pequeño que el diámetro de un cabello humano) podría hacer que perdieran el sentido del olfato".

Según la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), PM2.5 (PM significa "material particulado") es el término para una mezcla de partículas sólidas y gotitas líquidas que se encuentran en el aire. Dependiendo de la ubicación, PM2.5 puede constar de muchos materiales, incluidos polvo, suciedad, hollín, humo, compuestos orgánicos y metales. Se ha relacionado con enfermedades cardiovasculares, cáncer de pulmón, disminución de la capacidad de pensamiento cognitivo, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, asma y muerte prematura. Investigaciones anteriores han señalado al PM2.5 como posible culpable de la pérdida del olfato, una conexión que Ramanathan y su equipo decidieron explorar con mayor detalle.

En su estudio, los investigadores observaron a 2.690 personas, de 18 años o más, que fueron evaluadas por otorrinolaringólogos entre enero de 2013 y diciembre de 2016. A 538 se estas se les diagnosticó anosmia, con una edad promedio de 54 años, y la mayoría hombres (el 63%). Los datos de contaminación del aire para el estudio provienen del Sistema de Calidad del Aire de la EPA. Los investigadores introdujeron los datos en un modelo informático complejo, que incorporaba mediciones ambientales meteorológicas basadas en satélites, información sobre el uso de la tierra y simulaciones de movimiento químico en el aire, para estimar los niveles de contaminación de PM2.5 dentro de los códigos postales residenciales de los participantes.

Los investigadores detectaron que la exposición prolongada a PM2.5 en el aire aumenta el riesgo de perder el olfato, y creen que puede deberse a que la ubicación del nervio olfativo, que contiene las fibras nerviosas sensoriales relacionadas con el sentido del olfato, lo coloca directamente en el camino de los materiales PM2.5 inhalados. "Con base en este resultado, creemos que la exposición a largo plazo a niveles altos de PM2.5 representa un factor de riesgo común para la pérdida del sentido del olfato, especialmente en poblaciones vulnerables como las personas mayores, pero también uno que es potencialmente modificable si las fuentes de componentes PM2.5 se pueden controlar mejor ", expone Ramanathan.

A continuación, los investigadores planean estudiar los factores socioeconómicos entre los pacientes con anosmia para determinar si afectan las posibilidades de exposición a la contaminación atmosférica PM2.5.