Capturar la belleza en pequeños ornamentos para el cuerpo. Acaba de confirmarse que en la Península Ibérica, hace 5.000 años, ya existía bisutería. O más específicamente, seis pequeñas cuentas de collar (respectivamente, cuatro conchas marina y dos semillas) bañadas en varias capas de resina, con un acabado similar al ámbar, que ha decubierto, según se ha publicado en Plos One, en sendas tumbas prehistóricas un equipo coordinado por Carlos Odriozola, de la Universidad de Sevilla, con participación de investigadores de la Universidad de Barcelona y el Instituto de Ciencias de Materiales de Sevilla (CSIC-Universidad de Sevilla).

Las piezas se han encontrado en el yacimiento rupestre de La Molina, en Sevilla, que data de la Edad del Cobre (año 3.000 antes de Cristo) y en el yacimiento funerario de la Cova del Gegant, cerca de Barcelona, de la Edad del Bronce (1.6000-1.400 a.C.). A partir de varias técnicas, los autores del estudio han analizado la composición química y la estructura de las piezas. La resina ha hallada demuestra la intención de crear un efecto imitador del ámbar, que ya en el Neolítico se consideraba una piedra semipreciosa.

El estudio plantea la posibilidad de que, especialmente en la Cova del Gegant, donde junto al “ámbar de imitación” se hallaron piezas de ámbar real, los individuos de la tumba hubieran sido estafados por comerciantes que les vendieron piezas falsas.