¿Cada cuánto miras tu móvil? ¿Consultas tu smartphone a la vez que tienes el ordenador encendido delante? ¿Con el portátil en las rodillas mientras estás frente a la tele? ¿Eres incapaz de salir a la calle sin tu móvil?  Si es así, lo que respondería una abrumadora mayoría de nosotros, entonces es probable que hayas oído hablar de los que los expertos denominan FOMO, siglas de Miedo a perderse algo, o Fear Of Missing Out en inglés (*).

Con eso, y culpar a las tecnológicas de mecanismos como el scroll infinito o el algoritmo que nos premia con descubrimientos inesperados constantes, ya hemos resuelto el problema. Otros, como el filósofo de moda Byung-Chul Han lo define como las consecuencias de habernos acostumbrado a la hiperactividad de ser multitareas.

No pasa nada, pensamos, porque la generación digital es multitasking.

 

El peligro de la multitarea

Somos capaces de mantener la atención en varios focos. Sin embargo, Byung alerta sobre cómo esta sobreactividad, revestida además de un pensamiento único de positivismo, se relaciona con “la depresión, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, el trastorno límite de la personalidad o el síndrome de desgaste ocupacional”. (La Sociedad del Cansancio, Herder 2022). Enfermedades.

Eso que tienes se llama adicción

Como si esto fuera una reunión de Digitales Anónimos, comencemos reconociendo que somos adictos a esa hiperconectividad. Y así, del mismo modo que con el alcohol o el tabaco no sirven de excusa decir que nos calman porque nuestra ansiedad la provoca precisamente ese consumo desmedido, decir que tenemos miedo a perdernos algo es una falacia.

¿Perdernos algo? ¿Qué nos perdemos por mirar o no mirar en la pantalla?

He visto gente sentada en la parte de atrás de un coche o un autobús circular por carreteas desconocidas de países que nunca antes ha recorrido y que con toda probabilidad no volverá a recorrer, perderse el paso por paisajes, de personas que se cruzan, carteles o pintadas, puestos callejeros, un pájaro posado en una señal, un efecto de luz del sol sobre una nube en un paraje que dura un instante. Se perdieron media experiencia del viaje por no perderse… ¿qué?

He visto gente mirar un concierto a través de la pantalla de su móvil en lugar de mirar directamente al escenario. He visto gente leer su whatsapp mientras un actor declamaba unos versos con una intensidad que sólo se vivirá una vez, justo esa, porque la siguiente función no será la misma. He visto gente perderse el espectáculo para no perder un vídeo movido y ruidoso que probablemente nunca volverá a ver. Gente perderse la vida en directo para no perderse… ¿qué?

He visto gente pasear con el cuello doblado, incluso aislados del camino por unos flamantes auriculares, perderse la variedad de tipos, estilos y modas con los que se cruza. Los escaparates  y por supuesto los monumentos. Perderse los detalles que cualquier ciudad tiene a la vista si los miras, como ese Madrid de las alturas que siempre sorprende a quién alza los ojos y mira las azoteas. He visto gente perder hasta el autobús, y casi la vida al cruzar un semáforo en rojo por no dejar de mirar una pantalla para no perderse… ¿Qué?

He visto gente perderse la mirada de su pareja al brindar en una mesa, o perder la oportunidad de una conversación íntima y personal para contestar a un chat de grupo, o a diez contactos que le preguntan dónde está ese restaurante, o saber dónde está cenando otro en ese momento. He visto gente perderse el espectáculo decadente pero humano de repasar con la vista el resto de mesas y jugar a adivinar de qué estarán hablando, cuál de ellos se declarará esa noche, o qué platos que no has pedido sirven en la mesa de al lado. He visto convertir un acto social como ir a un restaurante en algo parecido a sentarse frente a una maquina tragaperras en Las Vegas. He visto gente pederse el momento que van a pagar al final del plato para no perderse… ¿qué?

He visto gente perderse los detalles de una obra maestra en un museo, que seguramente nunca vuelva a visitar, sin dejarse emocionar por su belleza. He visto gente perderse explicaciones de guías que tratan de acercarte el talento de la humanidad expresada a golpe de cincel o trazo de óleo. He visto a gente perderse lo que reyes y mecenas pagaron por tener en sus paredes y hoy es suyo, por no perderse… ¿qué?

He visto padres perderse el juego de sus hijos, hijos perderse el recuerdo de sus padres, espectadores que se pierden la película al que un equipo artístico dedicó todo su talento a cada plano aunque dure un segundo…

En definitiva, he visto gente adicta al móvil y a internet, que se pierden el resto de lo que llamábamos vida y placeres terrenales. He visto gente perder lo que nos hace humanos y cambiarlo por una droga que, irónicamente, llamamos social. Y esa cualidad humana es la que debemos tener miedo a perder, porque volviendo a Byun-Chul Han (ibíd) “los recientes desarrollos sociales y el cambio de estructura de la atención provocan que la sociedad humana se acerque cada vez más al salvajismo”, ya que esa cualidad multitasking es la que desarrollan los animales para mantenerse alerta mientras comen, por ejemplo.

Así que, si has sido capaz de leer toda esta columna sin haber levantado la vista para consultar otra pantalla, enhorabuena. No te has perdido nada.

(*) “Definido como una aprensión generalizada de que otros puedan estar teniendo experiencias gratificantes de las cuales uno está ausente, FoMO se caracteriza por el deseo de permanecer continuamente conectado con lo que otros están haciendo”.  Motivational, emotional, and behavioral correlates of fear of missing out. Andrew K. Przybylski,  Kou Murayama,  Cody R. DeHaan c, Valerie Gladwell  Computers in Human Behavior Volume 29, Issue 4, July 2013, Pages 1841-1848 https://doi.org/10.1016/j.chb.2013.02.014

Imagen de Firmbee en Pixabay