Hay algo que es innegable. Elon Musk hace las cosas a su manera. Cada movimiento parece cuidadosamente estudiado, como no puede ser de otra manera cuando pretendes lanzar una nave al espacio. Pero todo tiene ese toque tan personal, cercano al surrealismo del empresarios norteamericano.

El cohete más potente

Ayer, por fin, pudo en órbita su cohete Falcon Heavy. Los responsables de la compañía se han esforzado en transmitir que se trata del cohete más potente desde el Saturno V. El aparato de Musk tiene una capacidad de carga de 64 toneladas, o lo que es lo mismo, la misma potencia que unos 700 aviones comerciales. Dentro de un ambiente más cercano a un partido de fútbol que al tono contenido de los lanzamientos espaciales, Falcon Heavy despegó en la mítica base de Cabo Cañaveral. Y todo fue a la perfección, pese a que el propio Musk había asegurado que el cohete tenía un 50% de posibilidades de estallar en ese momento. Sin embargo todo fue perfecto. Incluso la novedosa idea de recuperar los cohete propulsores. Estos dos enormes cilindros aterrizaron sin problemas y a la vez después de cumplir su objetivo de propulsar el Falcon Heavy.

Un coche circulando por el espacio

Pero el momento Musk llegó cuando el cohete principal alcanzó su punto en el espacio. Entonces abrió sus bodegas y de su interior salió un coche. Cosas de Musk. Un modelo de su último lanzamiento, el Tesla Roadster descapotable. Con los compases de, claro, Starman de David Bowie, el vehículo comenzó a circular en la microgravedad, conducido por un maniquí vestido con el traje especial que llevarán los astronautas de la próxima misión tripulada de SpaceX. La única pega hasta el momento fue la pretendida recuperación del cohete principal. Igual que sus hermanos de menor tamaño, se esperaba poder recuperarlo intacto para el próximo viaje. Sin embargo, Musk admitió que el cohete quedó destrozado al estrellarse contra el mar en la reentrada.