El dióxido de carbono (CO2) es el principal responsable del efecto invernadero en la atmósfera terrestre. Cada año, la actividad humana lanza al aire 36 millones de toneladas de este gas y su concentración ha aumentado un 40% en los últimos 150 años. Son datos preocupantes, más aún si se tiene en cuenta que 2015 ha sido el año más caluroso de la Historia.

El ciclo del CO2 desde el espacio

Con esta información se revela esencial contar con mediciones fiables sobre las emisiones. Esta es la misión del proyecto de la NASA, OCO 2, que busca registrar las cantidades de CO2 proyectadas a la atmósfera a través de mediciones realizadas por distintos satélites. También determinar el ciclo del CO2 sobre la superficie terrestre. El mar absorbe prácticamente un tercio del CO2 atmosférico, lo que causa un aumento en la acidez del agua y repercute directamente en la vida marina. Otro cuarto acaba en las plantas y sustratos, una cifra que crece cada año sin que los científicos puedan determinar por qué.

El efecto en la luz

Son estas interrogantes las que impulsaron el proyecto. Las mediciones terrestres eran muy parciales, al solo poder analizarse un centenar de lugares concretos. Para obtener mediciones de más lugares era necesario hacerlo desde el espacio. Y sobre todo, para obtener datos globales, del comportamiento del gas en toda la Tierra a la vez. Por ello, en 2014 se lanzó el principal satélite del proyecto gracias al cual se han conseguido duplicar los datos sobre contaminación ambiental. El OCO2, siglas en inglés de Observatorio Orbital de Carbono, analiza la luz en la atmósfera terrestre para determinar la cantidad de gas que contiene. Completa una órbita y media al día, de modo que ofrece un panorama constante y global de la situación, ofreciendo cerca de un millón de mediciones al día.

Lo que las plantas absorben

Gracias al satélite se podrá establecer la cantidad de carbono en la atmósfera después de completarse el ciclo de las plantas. Al crecer en primavera y verano, las plantas absorben gran cantidad de CO2. Pero en otoño e invierno, buena parte de este gas es devuelto al aire. Con las nuevas mediciones se pueden determinar las áreas dónde más CO2 han absorbido o emitido y el computo total al final del año. Estos datos, más allá de ofrecer una perspectiva absoluta y fiable, permite comprobar si las estrategias de reducción están funcionando o no y en qué lugares es necesario tomar medidas.