La industria de los festivales de música, como cualquier actividad que implique numerosos desplazamientos y grandes concentraciones de personas, genera una importante huella ambiental. Las emisiones de CO2 provocadas por los viajes de artistas, personal, equipo técnico y público son muy importantes, especialmente en aquellos festivales con un carácter más internacional o aquellos que logran atraer a gente de puntos muy alejados. Las medidas de seguridad que se han ido implantando, como la prohibición de dispensar botellas o vasos de cristal al consumidor, también han generalizado el uso del plástico como solución económica, segura y cómoda. A estas se suman el consumo eléctrico, de agua y la gestión de los residuos generados.

Los consumidores no son ajenos a esta realidad, y aunque posiblemente la mayoría no renuncien a asistir a un evento por estos motivos, sí que genera un cambio en la percepción que tiene sobre la imagen de marca de los festivales, algo que ayuda a distinguir a los festivales oportunistas con aquellos que tienen una filosofía de permanencia y arraigo a su territorio.

Festivales que hacen bien las cosas

El rey de los festivales de Reggae, el Rototom Sunsplash de Benicassim, es considerado uno de los festivales más sostenibles y el primero en declararse libre de plásticos desde su edición de 2019. La utilización de vasos reutilizables elimina radicalmente el uso de vasos de plástico de un solo uso y, al tener que abonarse una fianza por parte del consumidor, aumenta exponencialmente las posibilidades de ser devuelto al festival para su posterior reciclaje, o bien su conservación como recuerdo o para darle un futuro uso doméstico. Con ese objetivo, la empresa catalana Re-Cup comercializa vasos de polipropileno totalmente reciclables, ofreciendo la posibilidad incluso de ser lavados, higienizados y reutilizados en otros eventos futuros, simplemente con la voluntad del festival de renunciar a personalizarlos con su marca, o bien el esfuerzo de la marca patrocinadora de los mismos para redirigirlos a otro evento con el que también colabore. Algunos festivales como el Boreal permiten incluso que el público se traiga su vaso desde casa.

Una medida más radical para reducir el uso de plásticos es habilitar fuentes de agua potable a lo largo del recinto, solución que han tomado desde pequeños festivales como El Bosque Sonoro de Mozota (Zaragoza) hasta grandes eventos como el Cruïlla de Barcelona; siendo por otro lado una respuesta lógica a las habituales quejas que se producen por parte de los consumidores ante los precios del agua mineral, tratándose de una necesidad hidratarse dada la duración de las jornadas en este tipo de encuentros.

Rototom reutiliza el agua de las duchas del camping para los inodoros y los fregaderos del mismo una vez filtradas. También han plantado cientos de árboles en la zona de acampada, compensando así el CO2 generado a la vez que consiguen ampliar el espacio efectivo de la misma. Los espacios de trueque permiten que los asistentes puedan intercambiar o regalar artículos que no vayan a utilizar como alternativa a tirarlos a la basura.

También los artículos de merchandising que comercializa Rototom Sunsplash son confeccionados con algodón orgánico y estampados con tintas al agua, una filosofía similar a la que utiliza Greenpeace en su tienda online.

 

Desde 2014 los escenarios de Rototom Sunsplash disponen de tecnología LED para su iluminación, la cual han ido extendiendo progresivamente al resto de elementos del festival, consiguiendo así reducir cerca de un 80% el consumo de energía. Y se sigue avanzando en este sentido, hace solo unos días el festival catalán Cruïlla anunciaba que este año se convertiría en el primer evento de gran formato en consumir únicamente energías renovables, lo cual equivale a un ahorro de 13.600 litros de combustible y una reducción de emisiones de 36.000 kg de CO2, el equivalente a plantar 1.795 árboles.

El Bosque Sonoro también ha apostado por realizar charlas de concienciación medioambiental en los municipios del entorno del festival, y ha puesto en marcha el proyecto La Semilla, con el objetivo de limpiar los caminos del municipio y plantar vegetación autóctona en el entorno.

Boreal, un festival que se realiza desde hace dieciséis años en el municipio tinerfeño de Los Silos, se identifica como “ecofestival”, adoptando medidas que afectan a su imagen de marca como descartar el uso de papel en sus comunicaciones, volcando su esfuerzo en las nuevas tecnologías y el uso de decoración reciclada y reciclable en la mayoría de su decoración, a base de palés, telas o pacas de paja. La otra parte de su decoración, las tradicionales lonas que se utilizan para vestir los escenarios, vallas y torres de control, son donadas a una organización con fines sociales para confeccionar complementos como bolsos o carteras.

Como ante cualquier problema, la mejor solución siempre será reconocer que existe, ser transparente y tratar de establecer las medidas necesarias para minimizar todos los efectos negativos posibles y compensar el resto. Cada año este esfuerzo e interés queda reflejado en la gran cantidad de festivales que compiten por obtener el galardón a la sostenibilidad en los Premios Fest, el único certamen que reconoce el trabajo del sector, y que también pone el foco en esta realidad. Afortunadamente cada vez más festivales transitan este camino para poder compatibilizar la sostenibilidad, el ocio y la difusión de la cultura; un recorrido que requiere necesariamente de grandes dosis de creatividad e innovación que permitan hacerlo viable de forma amable y económicamente sostenible.

Artículo remitido por Jorge Villar Rodríguez, especialista en Marketing, comunicación institucional, comercio electrónico y eventos.

Foto de Aranxa en Unsplash