En 2024 es impensable hablar de festivales de música sin añadir antes el término “industria”. Es difícil enumerar exactamente qué eventos son considerados como tales, pero las cifras siempre arrancan en más de 900 citas anuales en el territorio nacional, millones de espectadores y cientos, más bien miles, de millones de impacto económico.

Estas actividades culturales se convierten por tanto en una parte esencial de los momentos de socialización de nuestra sociedad, un punto de encuentro que en muchas ocasiones complementan o sustituyen a las tradicionales fiestas locales, aunando cultura, turismo, ocio e innovación. Cuanto mayor es su implementación social, más urgente y necesario es asegurar que todas las personas pueden participar en ellas, tanto frente al escenario como detrás del mismo. Negarlo sería asumir que las personas con diversidad funcional sólo merecen que prestemos atención como sociedad a sus necesidades más básicas, como puede ser la vivienda, el trabajo, la sanidad o el transporte. Indudablemente hay unas necesidades más inmateriales, orientadas a la vida en sociedad, que nos permiten desarrollarnos como elementos partícipes en la misma, y el acceso a la cultura y el ocio se encontraría entre las más comunes. En ese sentido, los festivales de música han comenzado a advertir que, independientemente de los posibles beneficios económicos directos que puedan generar, las medidas de accesibilidad son una necesidad moral que no se podía seguir ignorando.

Cuanto mayor es su implementación social, más urgente y necesario es asegurar que todas las personas pueden participar en ellas". Jorge Villar

 

Un diseño universal de los festivales

Estas medidas deben estar orientadas a que todas las personas puedan ser partícipes del evento con la mínima cantidad posible de ayuda por parte de terceros, lo que se conoce como diseño universal. En la Guía de accesibilidad de festivales de la Fundación Music for All, identifican siete pilares sobre los que debe sustentarse este diseño: un uso universal válido para cualquier usuario, adaptable a preferencias y destrezas particulares, sencillo y fácil de entender, efectivo en el traslado de información necesaria, que minimice los efectos adversos debidos al mal uso del mismo, que requiera poco esfuerzo físico para su uso y que su tamaño permita ser usado por el mayor número de personas independientemente de su estatura, grado de movilidad o postura corporal.

En 2023 Music for All identificaba en su Anuario de festivales accesibles a los veteranos festivales Sonorama Ribera y Cooltural Fest como los más comprometidos con este tipo de medidas, mientras que los Premios Fest, únicos galardones enfocados en la industria de los festivales, señalaban al festival gallego Port América como el más sostenible socialmente.

En este sentido destaca conocer las medidas presentadas por un festival de nueva creación y formato mediano, el Fortaleza Sound, que se celebrará en el municipio de Lorca la última semana de junio, y que demuestra que esta sensibilidad ha alcanzado cotas muy altas y no solo en las macro producciones asentadas.

El nuevo festival Fortaleza Sound de Lorca destaca por sus medidas de accesibilidad".

 

Un Festival realmente accesible 

Entre las medidas previas a la celebración del festival han desarrollado una web accesible que incluso incluye videos en lengua de signos para la información más relevante, así como un descuento del 50% en la adquisición de los abonos por parte de personas con discapacidad. Pero es durante el festival cuando el despliegue de iniciativas es más notorio: disponen de plazas de aparcamiento reservadas muy próximas al acceso del recinto y comunicadas al mismo a través de un itinerario accesible y preferente; han habilitado para sillas de ruedas los distintos accesos, así como barras, mostradores de información y zonas VIP o de camping; la señalética está ubicada en zonas preferentes con tipografías grandes y alto contraste y los conciertos podrán disfrutarse desde espacios reservados y elevados para quienes lo necesiten, donde también habrá pantallas para transmitir en lengua de signos y con subtítulos lo que sucede sobre el escenario. Pero sin duda el espacio más llamativo es el musiversal, donde se facilitarán elementos básicos como sillas de ruedas o muletas, hasta otros más tecnológicamente avanzados como bucles magnéticos individuales y mochilas sonoras, que permiten a las personas con distintos grados de discapacidad auditiva disfrutar de los conciertos con mayor intensidad. Todas estas medidas se complementarán con otras enfocadas a la inclusión de personas con diversidad funcional también en la organización del evento, tanto en la fase previa de diseño como en el propio recinto, lo cual es una reivindicación general de asociaciones que piden no solo ser espectadores sino también protagonistas.

Alcanzar este grado de compromiso en los festivales de música representa no solamente una medida de responsabilidad social por parte de los promotores, si no también un éxito como sociedad pero especialmente para el colectivo de personas con discapacidad, que no solo obtienen una experiencia satisfactoria de un ocio generalista o una oportunidad laboral en un sector tradicionalmente ajeno a ellos, si no también la posibilidad de visibilizar y normalizar su realidad frente a las decenas de miles de personas asistentes, lo cual innegablemente servirá para incrementar la conciencia social y, por tanto, la demanda de avances y soluciones en este campo. Un giro probablemente inesperado pero gracias al cual los festivales pueden convertirse en una importante herramienta social para todos.

Artículo remitido por Jorge Villar Rodríguez, especialista en Marketing, comunicación institucional, comercio electrónico y eventos.

Foto de Krists Luhaers en Unsplash