Una gota se pierde en la inmensidad del mar. Parece que cualquier cosa que hagamos, a título individual, no puede alterar esa enorme superficie de agua que cobre casi todo el planeta, pero no es así. Ahora, en verano, cuando acudimos en masa a las playas y disfrutamos de cruceros, algo tan simple como protegernos la piel puede tener repercusiones en el medioambiente. 

Porque las cremas solares que utilizamos para broncearnos son un potente agente químico que altera los ecosistemas marinos. Y ahora parezca que es muy poco comparado con la cantidad de agua que nos rodea, lo cierto es que la acumulación sí puede afectar gravemente esos sistemas. 

Es lo que viene ocurriendo el Mediterráneo en la última década. Las autoridades españolas activaron la alarma de vertidos hasta en seis ocasiones durante estos diez años. Una alarma que se lanza cuando se detecta una concentración importante de hidrocarburos. En estas seis ocasiones, el vertido no provenía de los depósitos de combustibles de un barco.

Vertidos sin tratar

De donde parecía la enorme mancha que seguía a los cruceros era de su sistema de drenaje de aguas. Y lo que flotaba no era combustible, sino el bronceador acumulado de todos los viajeros del crucero durante días. Al parecer, en todas las ocasiones la macha se debió a un inadecuado procesado de las aguas residuales de las duchas de los cruceros. Ahí se acumulan miles de litros de cremas solares que al verterse sobre el mar crean una gran mancha. 

La última de estas alertas se ha activado este mismo año. Fue necesario analizar los componente de la mancha detectada para llegar a la conclusión de su procedencia. Y aunque parezca menos grave que el vertido de un combustible, hay que tener en cuenta que este tipo de compuestos tienen un buen número de agentes químicos nocivos para el entorno como dióxido de titanio o benzofenonas.