Nada es perfecto. Las energías renovables, en muchos casos, precisan de un elemento clave: espacio. Sobre todo, las placas fotovoltaicas. Es fácil deducirlo. La cantidad de energía generada es, por lo general, directamente proporcional al espacio que se despliega frente al Sol. Y en Japón el espacio no sobra.

Entra las tierras dedicadas a la agricultura, a las ciudades y a las infraestructuras, Japón no tiene demasiado sitio para las centrales fotovoltaicas. Pero es Japón. Todo los que les falta lo suplen con ingenio e ingeniería. 

La solución está delante. Utilizar los lagos para instalar centrales solares flotantes. Porque de eso sí que tienen en Japón. Más de 3.000 millones de kilómetros cuadrados disponibles en miles de lagos repartidos por todo el país. Lugares de aguas calmadas en las que las placas fotovoltaicas pueden flotar con tranquilidad. 

Más en China y Corea del Sur

De hecho, en la región de Honshu se encuentra el lago de agua dulce más antiguo del mundo: el lago Biwa. En esta misma prefectura, en la ciudad de Aichi, se construyó la primera planta solar flotante del mundo se construyó en la ciudad de Aichi. 

En la actualidad, en el país nipón se encuentran 73 de las 100 mayores plantas solares de este tipo. Y ha supuesto una solución adecuada para otros países asiáticos. De hecho, las 10 mayores plantas se reparten entre Japón, China y Corea del Sur. Tan solo Gran Bretaña coloca una planta en el top 10. 

La mayor de las plantas de este tipo se encuentra en China. Una enorme superficie acuática cubierta que genera 78.000 megavatios para surtir de energía a 21.000 hogares. Aunque pronto será superada por la que se está construyendo en Corea del Sur, capaz de llegar a los 102.000 megavatios.