Cada vez son más las personas que tratan de modificar sus hábitos diarios con la vista puesta en el cuidado del medioambiente. En este sentido, la batalla contra el plástico es una de las que, con mayor frecuencia se emprende en los hogares, ya que es una de las principales preocupaciones de los consumidores en la lucha contra la contaminación. Y si hablamos de plástico, las bolsas son el principal elemento a combatir, hasta el punto de que ya solo el 15 por ciento de los españoles las utiliza.

Un pequeño porcentaje escoge bolsas de papel, y más del 60 por ciento opta por bolsas reutilizables. Entre las opciones disponibles, en los últimos años han ido ganado adeptos las bolsas de tela. Sin embargo, especialistas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) advierten de que este tipo de productos no es tan sostenible como podemos pensar.

“Son una forma 'barata' de percibir que uno está contribuyendo a utilizar menos plástico, y que, por tanto, está comprometido con el medioambiente y la sostenibilidad”, explica Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa. “Es la opción más cómoda, por su durabilidad y resistencia, y porque se puede lavar, pero “el compromiso que se adopta con el planeta no es como piensa el consumidor”, añade Neus Soler, profesora del mismo área.

Ambos especialistas llaman la atención sobre el hecho de que para que el rendimiento ecológico de una bolsa de tela fuera mayor que el de una bolsa de plástico que no se reutiliza, debería emplearse al menos 131 veces, algo que no ocurre nunca y que desmonta la creencia de que utilizándolas se cumplen los estándares de sostenibilidad y medioambiente.

Imagen y rentabilidad

Sin embargo, son muchas las tiendas y marcas que han decidido optar por bolsas de tela para promocionarse lanzando al mismo tiempo un mensaje de compromiso medioambiental. Prueba de ello es que es fácil encontrar en los hogares de nuestro país diferentes ejemplos de estos. Se calcula que hay entre 5 y 10 bolsas de este tipo en cada casa.

“Muchas marcas, instituciones y empresas usan las tote bags’ como imagen de ‘marca verde’, como publicidad o packaging, porque han visto en ellas un elemento sencillo y barato para 'sumarse' al carro de la sostenibilidad”, subraya Gázquez-Abad. Y que sean personalizables aumenta aún más su atractivo, ya que se puede ser serigrafiadas  con facilidad con el logo de la empresa.

A esto hay que sumar que también son una buena opción para poder obtener unos céntimos de beneficio adicionales, de manera que son al mismo tiempo “elemento de creación de imagen y de obtención de rentabilidad”, aclara.

La estrategia de marketing con este tipo de bolsas tiene un recorrido mucho más largo que el de una bolsa de plástico. “El consumidor la percibe como de mayor valor y al mismo tiempo, al conservarla, exhibirá la marca publicitándola, en muchas más ocasiones”, indica.

Aliadas del Greenwashing

Del mismo modo, las bolsas de tela son un buen elemento para poner en práctica lo que se conoce como ‘greenwashing’, lavado de imagen verde. "Determinadas empresas utilizan de forma oportunista la sensibilidad respecto a cuestiones medioambientales para conseguir mejorar su reputación”, explica Marc Compte, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.

“La necesidad de las empresas de ser sostenibles existe y es real, pero el fenómeno del greenwashing responde esencialmente a otra necesidad percibida: la de parecer sostenible incluso no siéndolo”, recalca, por su parte, Ferran Lalueza, experto en la misma materia.

Muchas marcas tratan, por tanto, de "ecologizar" su imagen pública, de manera que cada vez es más frecuente encontrar en redes sociales publicaciones de industrias muy contaminantes relacionadas con la sostenibilidad y el cambio climático. “Buscan conectar con los temas de conversación que implican a más personas y la crisis climática es claramente uno de ellos, y va a más. Posicionarse como referente en esta materia es percibido como una operación de 'blindaje'ante las posibles y probables críticas a las que a menudo están expuestas", advierten desde la UOC. Algunas de estas empresas, incluso, llegan a presumir de hacer cosas que realmente son un mero cumplimiento legal. 

Depositar las bolsas de tela en contenedores textiles

En lo que respecta al material con el que se confeccionan las bolsas de tela, cabe destacar también que se trata de algodón, la fibra natural más utilizada en la industria textil, pero también, según la Environmental Justice Foundation, el cultivo más sucio, por el gasto de energía, agua y pesticidas que requiere y el impacto negativo que tiene en los trabajadores, las aguas subterráneas y la calidad del aire.

La UOC remite a un estudio realizado por el Ministerio de Medio Ambiente y Alimentación de Dinamarca de 2018, para recalcar que, para compensar el impacto general de su producción, cada bolsa de algodón orgánico debería usarse 20.000 veces, lo que implicaría hacerlo cada día durante 54 años.

A esto hay que añadir que la mayor parte de la ciudadanía desconoce lo que la gestión residual de este material implica. Este tipo de productos han de ser llevados a depósitos textiles y son muy pocos los que lo hace. De hecho "solo el 15% de los 30 millones de toneladas de algodón que se producen cada año llega a este tipo de contenedores", afirma Cristian Castillo, experto en logística.

Cuando estas bolsas llegan a las plantas de tratamiento, además, no siempre es fácil tratarlas por las tintas con las que se han serigrafiado. “La parte impresa de las prendas no puede reciclarse. Las impresiones en PVC no pueden descomponerse, por lo que para poder reciclar la prenda primero hay que recortar (y desperdiciar) la parte que esté impresa”, puntualiza, subrayando que esto “dificulta enormemente el proceso e impide un reciclaje completo”.

A juicio de este profesor de la UOC, la opción más sostenible, y frente a lo que muchos puedan pensar, son las bolsas reutilizables de plástico, como las que existen en muchos supermercados, dado que el plástico requiere menos consumos, menos agua y menos energía, lo que las convierte en mejor opción para el uso diario.