Tendemos a pensar en los océanos como vergeles de vida. En documentales y en cada denuncia de la contaminación en los mares, se nos muestran imágenes subacuáticas llenas de vida. Tanto en los fondos como los cientos de peces que pululan entre los arrecifes. Pero no es así. Al menos no lo es en todas las zonas.

Sin oxígeno

Existen en los océanos áreas conocidas como “zonas muertas”. Lugares en los que no existe la vida. Donde los peces no pueden sobrevivir ni las algas crecer. Espacios ocupados tan solo por alguna bacteria extremófila despistada. Estas zonas no existe la vida por la carencia o niveles muy bajos de oxígeno. Es un fenómeno natural conocido desde hace tiempo y provocado por las corrientes marinas creadas por la rotación terrestre y la gravedad. Lo único es que, según los científicos, los humanos estamos acelerando y expandiendo este proceso. Es nuestra capacidad para intervenir en las dinámicas terrestres. Según los expertos, el cambio climático está incrementando la extensión y numero de estas zonas muertas.

La mano humana

Se debe, sobre todo, a cómo las variaciones de las temperaturas en la atmósfera y en los océanos afectan a las corrientes marítimas. Las aguas cálidas tienen menor capacidad para retener el oxígeno. Y según las aguas superficiales gana en temperatura, ese gas tiene más dificultades para extenderse a niveles subacuáticos más bajos. Además del cambio climático, la contaminación también este afectando a las concentraciones de oxígeno en el agua del mar. Componentes de productos como los fertilizantes afectan de manera determinantes. Por ejemplo, el fósforo, muy común en esta clase de sustancias, provocan una desmedido crecimiento de las algas. Al morir y descomponerse, las algas consumen una gran cantidad de oxígeno. Las soluciones son a largo plazo e inmediatas. Por un lado, continuar con el combate contra el cambio climático. Por otro, preservar y aumentar las áreas protegidas y vigilar los vertidos de residuos al mar.