Es uno de los mayores maestros del cine español, con una filmografía en la que coexisten la historia política, la vida rural y la radiografía de la juventud. Tasio (1984), 27 horas (1986), Secretos del corazón (1997) y Obaba (2005) son algunos títulos de su exquisita filmografía. La crisis de la COVID-19 lo ha pillado planificando el rodaje de Kanada, la adaptación de una novela de Juan Gómez Bárcena sobre un superviviente de Auschwitz, proyecto que aborda nueve años después de su último estreno, No tengas miedo. Pero, como le está ocurriendo a muchos creadores y artistas, ha tenido que palarizar el trabajo por el coronavirus.

 

¿Cómo lleva el confinamiento?

 

El confinamiento no es lo que más me cuesta. Es  algo a lo que estoy acostumbrado por mi trabajo, ya que paso muchas horas solo, escribiendo o preparando talleres. Entiendo que esta situación puede ser un problema serio para las personas acostumbradas a salir y relacionarse todos los días, o que convivan con varios familiares en pisos pequeños, pero es una medida necesaria que nos ayudará a salir cuanto antes de esta terrible situación. Lo que peor llevo es la incertidumbre y el temor por la magnitud que está adquiriendo la pandemia y el aumento del número de muertos. Por una lado me interesa estar informado, y por otro, la propia información me crea un sentimiento de impotencia y angustia que me impide muchas veces concentrarme en otras cosas. Y creo que es bueno alejarse a ratos de esta saturación informativa que recibimos.

 

¿Qué hábitos conserva de los que tenía, y cuáles nuevos ha adquirido?

 

Cuando tengo que trabajar en casa, me marco un horario que, como decía antes, no me cuesta mucho llevar adelante. Por las mañanas suelo trabajar unas tres o cuatro horas escribiendo y después leo y doy un paseo hasta la hora de comer. Por las tardes trabajo otras tres horas y después veo alguna película. El resto del día lo comparto con familiares y amigos. La novedad es que ahora tengo que hacer un esfuerzo para cumplir un horario y, a veces, tengo que obligarme a ello para relajarme y distanciarme del momento que estamos viviendo. Otro hábito nuevo es que hablo mucho más con amigos y personas queridas por móvil o Skype, para saber cómo se encuentran y darnos ánimos.

 

¿Se pasa el día en pijama?

 

No, no me gustan los pijamas. Desde pequeño los he asociado con la enfermedad. En mi familia no teníamos medios para comprarlos y recuerdo que, a pesar de ello, mi madre se las arreglaba para que yo tuviera uno guardado por si me ponía enfermo. Para estar en casa siempre utilizo chándal o camisetas y pantalones deportivos, dependiendo de la época del año.

 

¿Cuántos rollos de papel tiene en casa?

 

(Risas) A pesar de la cantidad de memes que han generado, todavía no le encuentro explicación al acopio masivo que han hecho algunas personas. Puedo entender la compra compulsiva de alimentos, pero no de los rollos de papel. En casa seguimos igual que siempre: usamos los rollos de un paquete y tenemos otro paquete de reserva, que vamos reponiendo cuando se acaba el primero.

 

Recomiéndenos un libro, una peli y una canción para pasar este mal trago colectivo.

 

Un libro, Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza en novela, y Hojas de hierba de Walt Whitman en poesía. Una película, Qué bello es vivir de Frank Capra. Una canción, Lágrimas de oro de Manu Chao.

 

Una cosa que haya aprendido de todo esto…

 

Más que aprender, constatar que tan solo la solidaridad, la cooperación y la ayuda entre las personas y los pueblos sirven para que sigamos existiendo como especie humana. Si el feroz neoliberalismo económico que vivimos y el deterioro del medio ambiente se imponen, la vulnerabilidad que ya está demostrando nuestra llamada Sociedad del Bienestar, y que sufren sobre todo en las clases más desfavorecidas, irá en aumento y acabará destruyendo nuestro modo de vida.  

 

¿Cómo saldrá la Cultura de esta?

 

Sinceramente no lo sé. Creo que esta pandemia va a marcar un punto de inflexión en nuestra sociedad, y que van a cambiar muchas cosas. La cultura en nuestro país nunca ha tenido una estructura económica que la sustentase. Y en estos momentos en que se han cerrado librerías, teatros, cines, salas de conciertos, etc., paradójicamente, asistimos a un incremento del consumo cultural a través de las redes.

Lo cual demuestra que la cultura es esencial en los momentos difíciles y nos ayuda a comprenderlos y superarlos, tanto a nivel personal como social. Albert Einstein decía que “las crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque las crisis traen progreso. La creatividad nace de la angustia, como el día nace de la noche oscura. Es en las crisis  donde nace la inventiva y los descubrimientos”. Deseo y espero que así sea, y que estos días de confinamiento nos sirvan para que nuestra cultura salga reforzada, con nuevas y sólidas propuestas.