Lo de la conjunción del hombre con la naturaleza no es una cosa de hoy: Es una vieja aspiración de los visionarios. Aunque a veces parezca una locura salida de un sueño, como la Ciudadela Verde de Magdeburgo.
Friedensreich Hundertwasser
La Ciudadela Verde es la visión del polifacético arquitecto austriaco Friedensreich Hundertwasser. Una visión de no pudo ver finalizada. Hundertwasser trabajó en su obra incansable hasta su fallecimiento en 2000, pero casa se inauguró cinco años después.
La construcción es un edificio muy singular. Su autor quería crear un oasis para la humanidad en medio de los bloques racionales de alrededor. El resultado son unos muros multicolores que serpentean hasta los diez metros de altura. Adornos que recuerdan a los detalles arquitectónicos surreales de Dalí. También las columnas y cierto trencadís en las paredes recuerdan a las estructuras modernistas de Gaudí.
Naturaleza y prefabricado
Jardines colgantes, terrazas con césped, y árboles que aparecen de los sitios más insospechados. Sorprendentemente, la naturaleza se conjuga con gracia junto al ladrillo rosa y marrón.
Un edificio vivo que alberga apartamentos, tiendas, cafeterías, un hotel e incluso una guardería. La construcción fue relativamente rápida, dado que se utilizaron muchas estructuras prefabricadas.
Pese a todas estas cualidades y de haberse convertido en una atracción turística para la ciudad alemana, la construcción no ha parado de generar polémica. La principal en realidad haría muy feliz al arquitecto. Los críticos afean la poca pertinencia de la Ciudadela Verde dentro de entorno de la zona. Edificios formales, rígidos, mucho más cercanos a lo que uno espera cuando le hablan de arquitectura germana.
Mas allá de esa polémica, cada primavera, la Ciudadela Verde adquiere nuevos colores con la explosión de las flores. Sus terrazas y azoteas renacen y muestran el detalle final que completa esta obra de colores y formas peculiares.