Cada vez con mayor ímpetu, tanto la sociedad como la comunidad científica promueve la investigación responsable y basada en principios éticos, por lo que se requiere transparencia en los procesos de laboratorio y la búsqueda de métodos alternativos, que no requieran experimentación con seres vivos.

Así, son ya 140 los centros de investigación que se han adherido voluntariamente al Acuerdo de Transparencia sobre el uso de animales en experimentación científica en España, promovido en 2016 por la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) y por el que estos centros explican abiertamente por qué y para qué utilizan animales vivos (unos 800.000 cada año) en sus experimentaciones.

Esta base de datos revela que en España se utilizaron unos 800.000 animales en el año 2017, lo que supone un 13 por ciento menos que el año anterior y un 43 por ciento menos que en el año 2009. El 75 por ciento de esos animales son roedores (sobre todo ratones), el 11 por ciento peces, otro 11 por ciento aves, un 3 por ciento conejos y solo un 1 por ciento son otros animales como perros o gatos. También se utilizan monos (unos 450 cada año), especialmente macacos, pero nunca, porque está prohibido en la Unión Europea, para la investigación cosmética.

Los científicos implicados en este proceso de transparencia subrayan los avances que se han registrado en España para cumplir las "tres erres": reemplazar (tratar siempre de encontrar métodos alternativos a los animales), reducir (rebajar el número de animales que se utilizan) y refinar (mejorar el trato que se da a esos animales).

El informe señala también que no se utiliza animales por gusto para la experimentación, y las legislaciones europea y española son muy claras al prohibir su uso si existen alternativas.