Un dulce placer que a veces se amarga: en ocasiones, al comer helado o tomar bebidas muy frías, sentimos un pinchazo o dolor intenso en el cerebro. Se trata de una reacción natural del cuerpo al frío. Éste intenta conservar el calor, y uno de los pasos necesarios para ello es contraer los vasos sanguíneos cerca de la piel. Con menos sangre fluyendo cerca de la piel, el calor se cocentra.

Cuando tomamos algo realmente frío, los vasos sanguíneos del paladar se contraen rápidamente. Y si el frío desaparece al tragar el helado o la bebida fría, se dilatan rápidamente y vuelven a su estado normal. Con todo, en 2012, el doctor Jorge Serrador atribuyó también el detonante del dolor a una arteria situada en el cerebro, y no los pequeños vasos situados en la boca y la garganta. En el momento en el que sentían el dolor, los investigadores pudieron ver que aumentaba el riego sanguíneo en la arteria, aumentando su tamaño, y poco después, cuando desaparecía, la arteria volvía a contraerse.

En el paladar, los receptores del dolor situados cerca de los vasos detectan la incomodidad, y envían el mensaje a partir del nervio trigémino hasta el cerebro.