Iñaki Urdangarin, desde hace unos años, ha copado los titulares de los periódicos y revistas por asuntos vinculados a sus problemas judiciales y su vida posterior vida en prisión. Casi nadie recuerda ya su exitosa etapa como jugador de balonmano, salvo dos aficionados que le transportaron a aquellos días de gloria y fama.

El marido de la Infanta Cristina, tras su tiempo entre rejas como fruto de la condena por el caso Nóos, disfruta ahora de su recién concedido tercer grado y, entre tanto, realiza labores de voluntariado en el centro Don Orione, ubicado en el municipio madrileño de Pozuelo de Alarcón.

Cuando terminaba su jornada laboral en el citado centro, Urdangarin se topó con dos individuos que lo esperaban en la puerta. Emulando a los fans que reciben a los jugadores a la salida o entrada del hotel, el marido de la Infanta Cristina regresó al pasado, a aquellos días en los que era una estrella del balonmano, y se dispuso a atender a los dos aficionados.

Iñaki Urdangarín atiende a dos fans a la salida del centro Don Orione. Limited Pictures.

Quien tuvo retuvo y Urdangarin lo ha demostrado en los aledaños del centro Don Orione, viviendo una suerte de dejà vu y regresando a los tiempos en los que no tenía que preocuparse por su estatus judicial y en los que sólo era noticia por su buen hacer en la cancha, ya sea con su equipo o con la Selección.

Estos dos hombres aguantaron el frío sólo para hacerse una foto con su ídolo deportivo y conseguir un autógrafo suyo, según ha publicado Vanitatis. Uno de los dos fans que aguardaban impacientes la salida de Urdangarin portaba una carpeta empapelada con una fotografía del exjugador con la Selección en unos Juegos Olímpicos.

Cabe recordar que su etapa como deportista ha estado plagada de éxitos. Con el FC Barcelona, el marido de la Infanta Cristina conquistó seis Copas de Europa, dos Recopas, cuatro Supercopas de Europa, diez Ligas, siete Copas del Rey, nueve Supercopas de España, tres Copas Asobal y once Ligas catalanas. Además, con el combinado nacional se colgó dos bronces en los Juegos Olímpicos de Atlanta y Sidney y una plata en el campeonato de Europa del 200. Una exitosa carrera a la que puso punto y final con la vista puesta en unos negocios que entrañaron infinidad de problemas con la Justicia.