"Médicos, enfermeros, camareras de piso, terapeutas ocupacionales, agricultores, ganaderos, operadores logísticos... Todo el país en gran medida las está pasando canutas. Y no desde hace poco. Desde 2008. Llevamos, ininterrumpidamente, 14 años desastrosos, y no se ve una salida a esto". De esta manera tan contundente comenzaba su intervención el profesor y economista Gonzalo Bernardos, en un contexto de debate sobre la precariedad a la que tienen que hacer frente las clases trabajadoras y que termina condicionando todos los aspectos de su vida.

“Estamos en un momento en el que a todos los jóvenes a los que se le has dicho que estudien y trabajen fuerte para ser recompensados, la recompensa ha sido salarios de miseria", sostiene Bernardos en ‘La Sexta Xplica’, continuando su repaso por la situación económica del país en la última década.

"No veo que a ninguno de vosotros los políticos os estén haciendo caso. Parece que vivan en un mundo muy diferente", ha clamado el economista. “A este país hay que darle una vuelta, porque si no vamos a tener una revolución social”, ha concluido, de manera apesadumbrada, su intervención.

¿Cambio radical de postura?

Sin embargo, sorprende ahora que Bernardos muestre una postura tan analítica y crítica con la situación del país cuando, hace escasos días, cuando el debate del programa se centraba en el mercado de la vivienda en la Comunidad de Madrid, tensionado y sujeto a una gran especulación, el economista justificaba la difícil situación en la que se encuentran los jóvenes y daba un discurso completamente ajeno a la realidad, soltando frases como “no se puede tener todo”, “pensaba que lo de tener el trabajo al lado de casa era cosa del pasado” o “siempre te puedes ir a vivir a Móstoles”, dando a entender que la solución pasa por vivir a decenas de kilómetros de tu trabajo, en lugar de hacer frente al problema del precio del alquiler desde la raíz.

 

Unas declaraciones por las que muchos sectores de la sociedad se echaron encima de Bernardos, por dar un discurso tan alejado de la realidad y por no entender una demanda tan sencilla como la de querer tener una vida y unos precios de vivienda y de alquiler dignos, que no descabalen las cuentas del mes por completo.