La princesa Leonor no solo llevó un traje el pasado martes cuando cumplía 18 años y juró la Constitución. Tras los actos oficiales la heredesa se cambió de ropa y acudió de una manera radical a la celebración de su 18 cumpleaños en una fiesta privada que tuvo lugar en palacio de El Pardo. Una fiesta de la que no hay fotografía oficial y que se celebró en una de las dependencias de Patrimonio Nacional y no en Zarzuela, residencia de los reyes y sus hijas.

Allí, Leonor cambió radicalmente de estilo y le dio un color rojo a su vestuario en contraste con lo que se había podido ver tanto en el Congreso de los Diputados como en el Palacio Real.

Para la cena, que fue tipo cóctel, eligió un diseño rojo. La heredera de la Corona quiso estrenar un vestido de largo por debajo de las rodillas, manga corta, escote cerrado y cintura entallada. Una elección elegante, acorde con el perfil de la fiesta, a la que no faltaron sus padres, su hermana Sofía, el rey Juan Carlos, la reina Sofía, las infantas Elena y Cristina, Froilán, Miguel e Irene Urdangarin, y algunos de los miembros más cercanos a los reyes de de la familia Gómez-Acebo, Zurita, Grecia y Sajonia-Coburgo-Gotha.

 

No hubo nada de un ostentoso vestido de gala, como si de una puesta de largo se tratara, ni de grandes joyas. Leonor optó por la sencillez con su vestido rojo, que combinó con unos zapatos claros. La heredera se deshizo de la coleta que llevaba por la mañana con el traje blanco y alisó su pelo, dejando dos mechones en la parte delantera con un peinado muy parecido al que llevó en el concierto con motivo de los Premios Princesa de Asturias hace unas semanas.

Por su parte, tanto su madre como su hermana optaron ceder el potagonismo del color a la cumpleañera y se quedaron con el negro. Letizia llevó un vestido sin mangas al que añadió brillo con importantes piezas del joyero real. En concreto, se puso las pulseras gemelas que forman parte del lote de pasar y que fueron hechas por Victoria Eugenia a partir de una corona de Cartier que le regaló su marido, Alfonso XIII, así como los pendientes de chatones, también de pasar. Sofía, llevó un vestido negro con pequeños detalles plateados que elevaban el look.

De esta forma, Leonor vistió los dos colores que se asocian a la monarquía: el blanco y el rojo. Sin embargo, ningún ciudadano ha podido ver ninguna imagen del segundo momento porque Casa Real se negó a difundir imágenes del acto a pesar de que la fiesta se celebrara en dependencias de Patrimonio Nacional y no en residencias privadas de los monarcas. El blanco representa pureza e inocencia. Lo escogió Letizia para su presentación ante el mundo como próxima princesa de Asturias hace casi veinte años. El 6 de noviembre de 2003 se puso un vestido de Giorgio Armani en su compromiso oficial con don Felipe.

También el blanco fue el color por el que se decantó tanto en los bautizos de sus dos hijas. En el de Leonor quiso ponerse un abrigo en tweed de Varela y en el de Sofía con un conjunto de guipur. También en la proclamación de Felipe VI en junio de 2014, donde estrenó un abrigo y vestido en crepé blanco bordado con cristal de rubí, amatista, ámbar y rosa talco con microperlas crema.

En cuanto al rojo, recuerda al vestido que le diseñó Lorenzo Caprile y que Letizia se puso para su presentación ante el mundo de la realeza, en la boda de Federico y Mary de Dinamarca. Pocos días antes de su propio enlace, la ahora Reina se convirtió en la invitada perfecta con un vestido en rojo fuego, una creación de crepé y tul de seda, con escote retro y mangas semitransparentes. Es muy habitual que use ese color porque simboliza valentía, amor, pasión, fuerza, crecimiento e iniciativa.

Como dato curioso, la prima de Leonor e hija de la infanta Elena, Victoria Federica, también eligió el rojo para la fiesta de su 18 cumpleaños. A pesar de que no acudió a la fiesta porque estaba de viaje en Perú, fue casi tan ostentosa como su prima e hizo una puesta de largo por todo lo alto en la casa palacio El Chaparral. Para ello vistió de Lorenzo Caprile, quien hizo para ella un vestido carmesí, realizado en crepé de seda, sin mangas y de escote en V con un original adorno de flecos conformados por abalorios que caían desde la cintura.