A ver cómo lo explico para que se me entienda sin que la cosa quede muy mal. Si fuese un futbolista, podría ser Iniesta. Para que se hagan una idea. Tiene un currículum estratosférico y es la referencia en materia de inteligencia artificial en nuestro país. Se llama Ramón López de Mántaras y es profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), director del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA) del CSIC, master of Sciences en Ingeniería Informática por la Universidad de California-Berkeley, doctor en Física por la Universidad Paul Sabatier de Toulouse y doctor en Informática por la Universidad Politécnica de Catalunya. Ahí es nada. Eso sin entrar en los reconocimientos y galardones en su haber, que son interminables. Y, aun así, como el barcelonista, su principal característica es la humildad.

López de Mántaras nos recibe apenas unos minutos antes de comenzar una conferencia en La Casa Encendida. Le pregunto de qué le interesa hablar más y se ríe. Es una de las pocas voces que se alzan para apelar a la sensatez en lo referente a las máquinas. “Yo siempre dejo claro que la inteligencia artificial en realidad tiene muy poco que ver con la percepción que tenemos de lo que se está haciendo. Mucha gente por el hecho de leer una noticia de que una máquina aprende a jugar mejor al ajedrez que cualquier persona, piensa que los robots deben de ser capaces de hacer cualquier cosa. Es una tendencia a no ver límites”.

La inteligencia artificial en realidad tiene muy poco que ver con la percepción que tenemos de lo que se está haciendo

Para ilustrar esta afirmación, nos hace imaginar que viajamos en el tiempo hasta la época de Newton –“uno de los científicos más grandes de la Historia”- y lo llevamos a una habitación a oscuras. Una vez allí, le mostramos cómo nuestro teléfono móvil puede emitir luz y colores, sin estar conectado a nada. “Newton vivió ciento cincuenta años antes que Faraday, no podía tener ninguna noción sobre la electricidad, por ejemplo”, explica. Luego le enseñamos que el dispositivo es capaz de reproducir música; le mostramos un documento escrito y firmado por él mismo y ampliamos su propia letra. Finalmente, hablamos con alguien por teléfono –“una funcionalidad que a veces se nos olvida”, bromea-. “Sin duda, Newton pensaría que ese dispositivo es capaz de hacer cualquier cosa. Eso mismo es lo que nos pasa a nosotros con la inteligencia artificial”.

En 10 o 15 años tal vez haya máquinas de inteligencia artificial no tan generales como la humana

López de Mántaras hace una diferenciación que considera clave: la inteligencia humana es "profunda". Un robot puede describir lo que se ve en una foto, pero es incapaz de comprenderla o de aportar información adicional sobre ella. Además, hoy en día los robots son capaces de realizar solo una tarea. "Es posible que en un horizonte de diez o quince años haya máquinas de inteligencia artificial no tan generales como la humana, pero más generales. Habrá arquitecturas cognitivas que integrarán un conjunto de capacidades distintas".

No solo es que los robots solo sean capaces de hacer una cosa. Es que cuando se les enseña a hacer otra, olvidan la anterior. Es un fenómeno conocido por los científicos como Catastrophic Forgetting [olvido catastrófico]. "Esto te da una idea de que no tiene nada que ver con el aprendizaje humano. El pensamiento de una máquina no es consciente y el humano es consciente. Yo soy consciente de que estoy hablando contigo. Una máquina no es consciente de nada. La consciencia en las máquinas es ciencia ficción. Una máquina nunca llegará a tener consciencia. Nunca sabrá lo que está haciendo. Nunca se alegrará de ganar una partida de ajedrez ni se decepcionará por perderla". 

Esa capacidad del ser humano para tener un conocimiento profundo y consciente de la realidad hace que sea capaz de plantear preguntas, algo que lo que los ordenadores hoy en día no son capaces. "Cuando Gauss llegaba a su casa de la escuela cada día, su madre le preguntaba: ¿Has hecho alguna buena pregunta hoy a tus maestros? Saber responder preguntas es más fácil que hacerlas". En realidad, las máquinas responden preguntas sin saber la respuesta, explica. "Hay muchos trucos estadísticos. Ninguna máquina hoy en día tiene capacidad de comprender la semántica profunda del lenguaje". Pone el ejemplo de Google Translator, "que se ha entrenado con pares de frases en dos idiomas, millones de documentos, y llega a traducir bastante bien pero sin entender lo que está traduciendo, ni una sola palabra. El ser humano tiene una comprensión profunda de lo que lee".

El problema no está en la tecnología, al que hay que temer es al ser humano

"Como toda tecnología, puedo usar la inteligencia artificial para diagnosticar enfermedades y salvar vidas y al mismo tiempo para desarrollar armas autónomas, algo que se está haciendo hoy en día. El problema no está en la tecnología, al que hay que temer es al ser humano, que es quien puede ser malvado, no la máquina. Las máquinas no deciden por sí mismas rebelarse y tomar el control de la Humanidad, como algunos parece que pretenden que creamos. Quizá en base a que han visto demasiadas películas", razona cuando le preguntamos sobre el miedo de algunas personas hacia los robots.

Se lamenta del poco interés que las administraciones muestran hacia un aspecto clave, a su juicio, de la innovación y el desarrollo. "La vida del investigador en España es dura, es competitiva. Aquí, desgraciadamente, la inteligencia artificial parece no tener ninguna importancia", explica López de Mántaras. "En el nuevo plan nacional que se ha publicado hace poco, la palabra inteligencia artificial aparece una sola vez. En Francia están dedicando cientos de millones de euros solamente a la inteligencia artificial". Cita a otros países que están apostando por esta tecnología: Holanda, Gran Bretaña, Alemania, Japón, Estados Unidos... "China está invirtiendo cantidades astronómicas en inteligencia artificial. Se está apostando con fuerza en otros países y nosotros no. Hay demasiados políticos que han estudiado derecho en lugar de carreras científicas", bromea. Y después afirma categórico: "Es una tecnología importante para el futuro".