Los chips -o microchips- están por todas partes. Tus dispositivos los llevan dentro, los vehículos y todo tipo de máquinas que ves o con las que interactúas, también. Son la base de la tecnología actual. Sin ellos, nada funciona, ni es posible el desarrollo tal y como se concibe hoy en día. Sin embargo, hablamos mucho de la energía y no tanto de ellos.

¿Son los chips más importantes que la energía? Lo cierto es que los unos no funcionan sin la otra y viceversa. Es algo así como ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?

La escasez energética es preocupante. Pero la falta de chips no lo es menos. Así, por lo menos, parece haberlo entendido la Unión Europea, que los califica de “activos estratégicos para las cadenas de valor de industrias clave”.

Con la transformación digital, están emergiendo nuevos mercados para esta industria

Nuevos mercados

La UE destaca que “con la transformación digital, están emergiendo nuevos mercados para la industria del chip, como los coches altamente automatizados, Internet de las cosas, conectividad, espacio, defensa y superordenadores”.

Por eso, “las recientes carestías globales de semiconductores han provocado cierres de fábricas en un abanico de sectores, desde los automóviles, hasta los dispositivos para la salud”.

Según sus datos, en 2020 se fabricaron un billón de estos componentes en todo el mundo. Y la cuota de mercado de la Unión Europea es del 10%.

La demanda de superconductores se duplicará de aquí a 2030

Evolución

Esta situación hizo que la Comisión Europea lanzase una encuesta para tratar de entender cuál sería la evolución de la demanda de estos productos. Sus resultados indican que se duplicará de aquí a 2030.

“Esto refleja la creciente importancia de los semiconductores para la industria y la sociedad europeas”, señala la institución. Y, como ella misma advierte, “habrá retos para conseguir dar respuesta a esta demanda creciente, especialmente a la vista de la actual crisis de suministro de semiconductores”.

Ya en 2021, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, marcó el rumbo hacia el que debía dirigirse la estrategia de Europa en materia de chips, con el objetivo de crear “un ecosistema del máximo nivel”, tanto en la producción, como en la investigación, diseño y pruebas de capacidad.

La Ley Europea de Chips plantea una inversión -privada y pública- de más de 43.000 millones de euros

Ley europea

El resultado es la Ley Europea de Chips, que plantea una inversión -privada y pública- de más de 43.000 millones de euros, además de un conjunto de medidas para “preparar, anticipar y responder con rapidez a cualquier disrupción futura en la cadena de suministro”. Es decir, para ser autosuficiente también en estos componentes esenciales para la tecnología.

La UE quiere “reforzar su liderazgo en investigación y tecnología de chips más pequeños y rápidos”.  Para conseguirlo, quiere impulsar su “capacidad para innovar en el diseño, fabricación y embalaje”; además de “dar respuesta a la falta de formación, captar nuevo talento y apoyar la emergencia de una fuerza laboral preparada”.

El plan crea un marco de trabajo para incrementa la capacidad productiva hasta el 20% del mercado global de aquí a 2030 y desarrollar un conocimiento en profundidad de las cadenas de distribución de semiconductores.

Las medidas de la UE podrían estar mal enfocadas y generar un proteccionismo dañino

Dudas

Sin embargo, no todo el mundo parece coincidir con esta forma de afrontar el problema. Niclas Poitiers y Pauline Weil, analistas de Bruegel, aseguran que “las medidas para proteger el suministro de semiconductores propuestas en la Ley de Chips, podrían estar mal enfocadas y generar un proteccionismo dañino”.

Desde su punto de vista, la ley “debería estar integrada en la estrategia más amplia de comercio de Europa”. Y, por tanto, la prioridad de la UE “debería ser encontrar formas de coordinarse con socios en la cadena de valor, a la vez que mantener su posición en el contexto de confrontación entre Estados Unidos y China por la supremacía tecnológica”.

Ambos expertos expresan sus dudas sobre “cuántos de esos nuevos fondos estarán disponibles para nuevas iniciativas”; y aseguran que Europa “se une a la carrera global de los subsidios”, que lidera el gigante asiático, con 150.000 millones de dólares en diez años, seguida de Estados Unidos, con 52.000 millones en cinco años.

Su análisis pone de manifiesto que “aunque la demanda global de chips crecerá indudablemente en los próximos años, la escasez actual ha empujado a los gobiernos y a las empresas a invertir en fabricación, lo que hace que la sobreproducción en el futuro no sea improbable”.

Sus cálculos apuntan a un descenso del 16% en su precio durante este mismo año, como consecuencia de una mayor oferta que demanda. Y creen que la industria de los chips está sujeta a ciclos de fuertes crecimientos y decrecimientos. “La Comisión no ha dejado claro a qué fallo de mercado se supone que da respuesta la ley de Chips, con un apoyo gubernamental enorme, ni cómo conseguir una (en el mejor de los casos) modesta cuota de mercado en chips lógicos de última generación realmente incrementará el apalancamiento geoestratégico de la UE”.