Ya avisamos ayer de que vamos a dedicarle un poco de tiempo a la Formación Profesional. Y aquí está la primera entrega.

En la fundación Puentes Global cuentan con una virtud que es cada vez más escasa, sobre todo en el mundo del emprendimiento: tener los pies en el suelo. Conchita Galdón, su fundadora, y Javier Miró, su director, nos cuentan cómo se consigue tender puentes entre pequeños emprendedores  [FJMM1] y estudiantes de escuelas de negocio. Y, sobre todo, como descubrir el enorme talento con el que contamos y que no sale “en las contraportadas del periódico”. 

¿Qué hacéis en Puentes Global?
Apoyamos el desarrollo de proyectos de negocio de microemprendedores: autónomos o personas que tienen una pequeña tienda. Ahora nos estamos centrando mucho en la Formación Profesional.

Lo empezamos hace diez años para buscar oportunidades de inclusión para personas en España que en ese momento lo tenían muy difícil. Pensando, sobre todo, en población migrante, pero no exclusivamente. Veíamos que hay competencias y habilidades que se transmiten en las escuelas de negocio –España tiene algunas de las mejores del mundo- pero hay muchas personas que nunca van a tener acceso a estas escuelas.

Hay muchas personas que nunca van a tener acceso a las escuelas de negocio

¿Qué tiene de diferente vuestra propuesta?
Una persona que lo está pasando mal tiene una agenda mucho peor que alguien a quien le va bien. Son personas que están muy ocupadas, que tienen que pagar el alquiler mes a mes y tienen un negocio que mantener. No tiene sentido para ellos meterlos en un aula a contarles tu vida.

El salto entre lo que yo te cuento en un aula y ponerlo en práctica en tu negocio es abismal. Las posibilidades de aplicarlo son casi nulas. Por eso, apostamos por aprendizaje experiencial. Nos encajamos en la escuela de Formación Profesional [FP], en sus horarios, para facilitar que los alumnos puedan estar y que ejecuten sobre una idea de negocio real. Lo que les damos es acompañamiento. Hay alumnos del IE que hacen consultoría como voluntarios o como su trabajo de fin de máster.

El impacto que tenemos en un alumno de FP o a una pequeña artesana de Malasaña es mucho mayor que en un universitario

¿Cómo encajan los alumnos de MBA con los de FP?
Es un contraste que es positivo en los dos lados. Para todos los que han convertido el trabajo en su nueva religión, ver que hay otras opciones de estilo de vida. Pero también para los pequeños emprendedores es importante entender que para mantener su estilo de vida son necesarias otras cosas, como poner orden a la estructura de costes o generar innovación.

El impacto que tenemos en un alumno de FP o a una pequeña artesana de Malasaña es mucho mayor que en un universitario. Tres estudiantes del IE pueden poner un pequeño negocio en órbita, ese es el valor que aportan. Y quedan encantados, mantienen el contacto con el emprendedor.

Los estudiantes de FP que quieren emprender, quieren hacerlo en lo que están estudiando

¿Son diferentes?
Los estudiantes de FP que quieren emprender, quieren hacerlo en lo que están estudiando. Si he estudiado diseño de páginas web, quiero crear una empresa de diseño de páginas web. Son proyectos con los que se trabaja muy bien, porque están muy aterrizados. Un estudiante de FP o un pequeño comerciante quiere tener más clientes.

Hay estudiantes de MBA que lo que quieren es encontrar financiación. Es la trampa del concepto de éxito. La imagen idílica en Instagram. O lo has petado y has salido en los periódicos antes de los 45 años o has fracasado. Es muy dañina y hace que la sociedad sea mucho menos productiva. Y se trata de ser feliz.

¿La respuesta es siempre emprender?
Emprender no es un fin en sí mismo, ni siquiera es para todo el mundo. Pero la competencia de pensar como un emprendedor y de saber innovar es muy importante. Esa habilidad te va a acompañar toda la vida, independientemente de lo que pase con tu proyecto actual. Y eso nos interesa más que el negocio en sí.

Por eso nos hemos negado siempre a aceptar modelos de colaboración en los que el KPI es el número de empresas creadas: es un KPI muy tramposo, porque genera un conflicto de interés en el que puede que yo vea que una persona no debería constituir una empresa –porque no es bueno para él, no es el momento, no tiene las capacidades o lo que sea- y que yo sepa que si le digo a esa persona lo que debe escuchar, no cumplo con el KPI de mi financiador. Y, si no se lo digo, estoy haciendo un daño a esa persona. Necesitas tener esa libertad. El bien de las personas es más importante que poner en un informe que has constituido empresas.

De FP se habla poco…
A nosotros nos gusta mucho la idea de contar las historias de las personas con las que trabajamos. En España, tenemos el privilegio de contar con un montón de talento que llega de otros países o el que no pasa por la Universidad o centros de FP que son punteros. Son un activo brutal de este país. Cuando se habla de educación, parece que siempre se habla de la Universidad, como si fuese algo más elevado. Pero no lo es, solo es un camino distinto.

Hay que comunicar a la sociedad lo importante que es este talento. Cambiar la narrativa social respecto de algunos perfiles que en imaginario colectivo son de menos valor –desde la ignorancia, porque son historias que mucha gente no conoce– es parte de lo que queremos conseguir.