Olga Cantó, catedrática de Economía de la universidad de Alcalá, lleva toda su vida profesional estudiando las diferencias económicas entre distintos grupos sociales de nuestro país y, en especial, las rentas más bajas. Ahora acaba de publicar, junto a Luis Ayala [de la UNED], el informe Radiografía de medio siglo de desigualdad en España. Se trata del el primer informe de la Colección Desigualdad y pacto social del Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, que intenta -a través de 21 investigaciones- llevar a cabo un análisis social amplio de la realidad de nuestro país.

Esta investigación trata de explicar las “características y factores que explican que España sea uno de los países más desiguales de Europa”. Cantó explica que “permite ver qué ha estado pasando en España desde los años 70. Te da una visión casi histórica de la distribución de los ingresos de las familias”.

Hemos sido un país de desigualdad alta en el contexto europeo desde los 70

Desigualdad constante

Y la conclusión es que la situación no es nueva: “Hemos sido un país de desigualdad alta en el contexto europeo desde los 70”, explica. Solo se produjo un período en el que fuimos capaces de dar la vuelta a la situación: “Hubo un momento muy importante de reducción de la desigualdad durante los 80. Fuimos como al revés de otros países, en los que se estaba incrementando, sobre todo en los anglosajones”.

Una tendencia que se invirtió “a partir de los 90”, cuando “todo se frenó”. Y ya en el siglo XXI, “la crisis golpeó a las familias que tenían dificultades, tanto a la clase baja como a la clase media”, en especial durante el período 2010-2014.

Las situaciones de pobreza se están haciendo crónicas

Desigualdad crónica

“Cuando la desigualdad de un país es elevada, también lo es su inestabilidad social y, en consecuencia, la probabilidad de conflicto, ya que amplias capas de la población quedan excluidas de los frutos del crecimiento económico”, explican en su investigación.

Sobre todo, cuando -como en nuestro país- la situación se mantiene en el tiempo: “En los 90, los casos de pobreza en España eran personas cuyas rentas fluctuaban mucho. Eran pobres transitorios recurrentemente. Pero lo que estamos viendo desde el 10 al 14 -y se ve en la gráfica de pobreza infantil crónica- es que estas situaciones se están cronificando. Y eso es muy preocupante”.

La consecuencia inmediata es la pérdida de esperanza por parte de las personas afectadas. “Habría que analizar más en detalle la profundidad de esa pobreza, pero nos parece que la duración es fundamental, la imposibilidad de salir de esa situación, porque eso produce una mayor desesperanza social”, explica Cantó. Y señala que “si hablamos de movilidad social, en esa dinámica estábamos mejor en los 90 que hoy”.

La segregación escolar por origen social está aumentando vertiginosamente

Cambio difícil

Como también destaca su informe, “si esos altos niveles de desigualdad se mantienen en el tiempo, las posibilidades de poner en marcha políticas de redistribución se reducen por la resistencia de las élites económicas al trasvase de recursos”.

Una situación que tiene su origen en las edades más tempranas. “Lo que estamos viendo es que la segregación escolar por origen social está aumentando vertiginosamente y eso es un problema que nos vamos a encontrar muy pronto como diferenciador de las rentas salariales y de capital. Y, si el sistema desiguala estas y las procedentes del trabajo, será muy difícil redistribuir después”, dice Cantó.

Aumentar infinitamente la capacidad redistributiva de los impuestos y prestaciones es imposible

Redistribución insuficiente

Porque el sistema tiene limitaciones para tratar de equilibrar estas diferencias: “Aumentar infinitamente la capacidad redistributiva de los impuestos y prestaciones es imposible. Si siguen aumentando las diferencias antes de la acción del Estado, no vamos a poder redistribuir lo suficiente. Los países europeos redistribuyen del orden del 40-45 por ciento a través de impuestos y transferencias; pero tienes que partir de una situación previa suficientemente igualitaria”, detalla.

“Hay que tener muy en cuenta los efectos que pueden tener las políticas educativas, específicamente, que generan más diferencias en el mercado”, indica al referirse a las denominadas medidas predistributivas. Y, como se señalaba antes, “en España estamos empeorando en esos términos y eso será un problema: no podemos contrarrestar las desigualdades con la cantidad de redistribución que hacemos después. Y hay muchísimas diferencias en rentas de mercado”.

Sobre todo las familias jóvenes con menores dependientes, “que han sido muy golpeadas por la crisis en el 20 y 21, según las simulaciones”; porque, como explica Cantó, los datos de Eurostat no estarán disponibles hasta dentro de unos meses.

Si esta dinámica no se revierte, la pobreza en España corre el riesgo de cronificarse

Evolución histórica

Desde 1973 hasta 1990, “se produjo un cambio radical tanto en las políticas de impuestos como prestaciones”. A partir de los 90, “se ralentiza y, de hecho, se frena el impacto redistributivo de las políticas”. Con la llegada de la crisis, “se vuelve a incrementar -ligeramente solo-, como es natural, porque cuando llega una recesión de este tipo, las políticas públicas tienen que actuar y el efecto redistributivo tiene que aumentar”.

Sin embargo, esas medidas no fueron todo lo eficaces que cabía esperar: “No teníamos políticas para los estratos más bajos, como otros países europeos. En concreto, políticas como la última red de renta mínima. Además, las políticas no contributivas, aquellas que no exigen cotización, estaban muy poco desarrolladas. Esto hace que nuestro sistema no tenga tanta potencia redistributiva”.

Como concluyen en su informe, “si esta dinámica no se revierte, la pobreza en España, que históricamente se caracterizaba por ser recurrente pero transitoria, corre el riesgo de cronificarse, lo que provocaría que los efectos de los shocks transitorios persistan en el tiempo”.