Estamos en la semana de lucha a favor de la eliminación de la violencia contra las mujeres, que culminará el jueves 25 con la celebración del día internacional dedicado a esta causa. En El Telescopio nos hemos propuesto publicar cada día un contenido para concienciar sobre este problema. Empezamos hoy, con una muestra de las situaciones a las que se enfrentan cada día, en base información y datos de ONU Mujeres.

Una de cada tres mujeres del mundo, 736 millones, sufren violencia física o sexual

Una de cada tres mujeres del mundo, 736 millones, sufren violencia física o sexual. La mayoría, a manos de su propia pareja [640 millones]. Una violación de los derechos humanos que provoca consecuencias a largo plazo que pueden ser devastadoras, tanto en sus cuerpos como en sus mentes. O provocarles la muerte.

Casi una de cada cuatro adolescentes [entre 15 y 19 años] que han tenido una relación han sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o marido. En algunos países, el confinamiento provocó que las llamadas a teléfonos de ayuda en relación a violencia doméstica se multiplicaran por cinco.

La violencia afecta de forma negativa a su bienestar y les impide participar en la sociedad

Consecuencias

Algunas consecuencias de esa violencia son la depresión, ansiedad, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual y SIDA. Las estadísticas demuestran que las tasas de incidencia son mayores en las que han padecido este tipo de abusos.

La violencia afecta de forma negativa a su bienestar y les impide participar en la sociedad. Impacta en sus familias, sus comunidades y en los países en general. Tiene costes altísimos, desde los gastos sanitarios, hasta los legales, además de generar pérdidas de productividad.

Situación precaria

Es verdad que al menos 155 países han aprobado leyes contra la violencia doméstica y que 140 cuentan con legislación específica contra el acoso sexual en el trabajo, pero eso no significa que se hagan cumplir de la forma adecuada. Esto limita el acceso de las mujeres a la seguridad y la justicia. Además, cuando la violencia sucede, a menudo el culpable sale impune.

La situación actual en el mundo es precaria para mucha gente. Pero lo es más todavía para las mujeres y niñas, según la institución. Las desigualdades de género y la discriminación se filtran en cada asunto, sea una nueva pandemia o conflictos duraderos, disparidades bien establecidas en los ingresos o falta de voz política. Ellas deben afrontar riesgos adicionales y obstáculos, simplemente por ser mujeres y niñas.

Son ellas quienes están liderando el activismo y los movimientos que luchan por la justicia Líderes

En todo el mundo, son ellas quienes están liderando el activismo y los movimientos que luchan por la justicia económica, social y medioambiental y quienes están exigiendo un cambio en el sistema. Son quienes reclaman igualdad en todas las áreas de la vida, a pesar de los reveses que experimentan sus derechos.

Las más jóvenes son quienes están aportando un nuevo empuje, con alianzas con organizaciones que luchan por la democracia, los derechos de las personas migrantes, LGTBIQ+ y clima. Los hombres también están jugando un papel importante. Muchos están utilizando el poder con el que cuentan en sus puestos para eliminar la discriminación.

Han pasado 26 años desde que 189 países se comprometieran con la igualdad de derechos y oportunidades en la Cuarta Conferencia Mundial de Mujeres, en 1995. Ahora hay más niñas que nunca en las escuelas, pero la diferencia salarial de género continúa. Hay más legislación contra la violencia de género, pero esta sigue presente y ha encontrado nuevas formas de manifestarse, a través de la tecnología.  El número de parlamentarias se ha duplicado en todo el mundo, pero siguen siendo alrededor de la cuarta parte del total.

Las mujeres han jugado un papel clave en la salvaguarda de la diversidad animal y vegetal del planeta. Y son ellas quienes se ven más afectadas por los efectos del cambio climático en sus formas de vida y subsistencia. Por eso, conseguir la igualdad de género es el camino perfecto para que su voz se escuche en la toma de decisiones sobre conservación de la biodiversidad.