La Comisión Europea ha estimado que cada año se desaprovechan en el mundo más de 1.300 millones de toneladas de alimentos, lo que se traduce en un tercio de la producción mundial. De esta cantidad, 89 millones de toneladas de comida en buen estado corresponden a la Unión Europea. Según el Informe del Consumo Alimentario en 2017 del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los hogares españoles tiraron a la basura el año pasado 1.229 millones de kilos de alimentos en condiciones de ser consumidos, lo que denota una mayor concienciación de las familias en la lucha contra el desperdicio alimentario, ya que esta cifra supone una reducción del 5,7% respecto a 2016, equivalentes a 74,5 millones de kilos menos. Se trata de una disminución importante, pero que refleja una gran oportunidad de mejora para empresas, fabricantes, Administración, restaurantes y consumidores.

Los últimos datos de la Comisión Europea sitúan a España como el séptimo país de la UE que más comida desperdicia (7,7 millones de toneladas), tras Reino Unido (14,4 millones de toneladas), Alemania (10,3), Holanda (9,4) Francia (9) Polonia (8,9) e Italia (8,8 millones de toneladas). Las cifras a nivel europeo presentan una oportunidad para invertir la situación. Se desperdician 179 kilos de alimento por habitante, sin tener en cuenta los de origen agrícola producidos en el proceso de producción ni los descartes de pescado arrojados al mar. Se generan 170 millones de toneladas equivalentes de CO2 al año y entre un 30% y un 50% de los alimentos sanos y comestibles se convierten en residuos a lo largo de todos los eslabones de la cadena agroalimentaria.

Compromiso empresarial

El desperdicio alimentario se ha convertido en uno de los pilares de la estrategia de Responsabilidad Social de las empresas de alimentación y de distribución. El Ministerio de Agricultura impulsa la Estrategia 'Más alimento, menos desperdicio', y Aecoc, la asociación de fabricantes y distribuidores, cuenta desde 2012 con un Comité contra el Desperdicio Alimentario, formado por 26 personas y presidido por Carmen Cobián, directora de Relaciones Institucionales de Grupo Siro. Por su parte, FIAB, la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas, también trabaja sectorialmente para disminuir el desperdicio alimentario, al igual que el sector de la restauración.

Calidad Pascual trabaja en la reducción de los desperdicios a lo largo de toda su cadena de valor, no sólo en su fase de producción. Así, ha clasificado las acciones destinadas a la reducción del desperdicio alimentario en las siguientes etapas: aprovisionamiento, producción, distribución, comercialización y demanda. Además, ha puesto en marcha el 'Movimiento RAP (Reduce, Ahorra y Protege)', acción promovida para sensibilizar a los consumidores sobre la necesidad de disminuir la cantidad de alimentos que diariamente se tiran a la basura, así como de informar de los principales beneficios que implica la reducción del desperdicio.

Coincidiendo con el Día Internacional Contra el Desperdicio Alimentario, que en 2017 se celebró el 26 de noviembre, Unilever publicó un decálogo para ayudar a reducir el desperdicio alimentario, que se enmarca dentro del Plan Unilever para una Vida Sostenible. Así, recomienda planificar la compra, reaprovechar, comprobar las caducidades de los productos antes de utilizarlos, organizar la nevera y despensa con los alimentos que caducan antes, congelar, racionar, reciclar, utilizar la tecnología para hacer un seguimiento de los productos comprados, promover el consumo responsable y llevar la comida que sobre si se va a comer a un restaurante.

Nestlé está trabajando desde 2015 para conseguir ‘Cero desperdicio alimentario’ en 2020. La iniciativa forma parte de su compromiso con la ‘Creación de Valor Compartido’ de la marca para mejorar la eficiencia de los recursos. De este modo, aborda la pérdida y desperdicio de alimentos a través de medidas como el abastecimiento responsable y el desperdicio cero de alimentos en todas sus plantas de producción para el año 2020, en una iniciativa conjunta con Save Food, que colabora con la FAO y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

En 2016, PepsiCo lanzó su Agenda de Sostenibilidad 2025, diseñada para satisfacer las necesidades de los consumidores y la sociedad. Entre otros compromisos, destacan el de reducir el desperdicio de alimentos que genera en sus operaciones directas en un 50% para 2025 y lograr reducir a cero los residuos a vertederos en sus operaciones directas para 2025. En la planta de snacks que la compañía tiene en Burgos están trabajando para llegar al cero por ciento de residuos enviados a vertedero y, en algunos casos, valorizan el 99% de los residuos que se generan en las plantas. 

Esta iniciativa tiene tres objetivos principales: establecer prácticas de prevención y eficiencia a lo largo de toda la cadena alimentaria que maximicen el aprovechamiento de los recursos, maximizar el aprovechamiento del excedente producido a lo largo de las diferentes fases de la cadena de valor (redistribución, reutilización y reciclado) y sensibilizar y concienciar a la sociedad sobre este problema y la necesidad de reducir el desperdicio alimentario. Entre 2013 y 2016, estas 400 empresas ya han disminuido del 2,42% al 1,71% el desperdicio sobre el total producido. Además, han aumentado en un 13% el producto recuperado o donado a instituciones benéficas.

En la pasada Feria Alimentaria 2018, celebrada en abril en Barcelona, Aecoc y distintas patronales sectoriales, como ACES, Anged, Asedas, CEC, FEHR, Fiab y Marcas de Restauración, han presentado un decálogo contra el desperdicio alimentario, en el que la información y sensibilización para el consumidor tienen un papel clave, así como iniciativas para niños, recetas de aprovechamiento, que las frutas y verduras ‘imperfectas’ son iguales que el resto y una guía de buenas prácticas contra el desperdicio alimentario en los procesos productivos.