Todo el mundo del dinero gira en torno a las materias primas y sus efectos en la inflación. Los precios se han disparado, aunque estas tensiones comenzaron tras la pandemia del Covid-19 y los problemas en la cadena de suministro, una vez que las economías volvieron a la actividad. En 2020 de paralización de la actividad, tanto la extracción del petróleo como de otras materias primas se paralizaron y volver a poner en marcha de nuevo la maquinaria extractiva y las rutas comerciales causaron el fuerte alza de los precios.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha sido el otro detonante en los precios. Desde el 17 de febrero (una semana antes del comienzo del conflicto) cuando se iniciaron las tensiones, las energías, principalmente, se han disparado. El gas natural ha subido su precio un 42%, liderando las alzas y el petróleo Brent el 8,2%. Además, el trigo ha subido el 27,8% en los mercados internacionales y el níquel nada menos que el 41%.

Las sanciones que la eurozona y Estados Unidos han impuesto a la importación de productos rusos como represalia por la guerra abre un nuevo panorama muy preocupante. A veces se olvida que Rusia es el mayor exportador de materias primas del mundo y que Europa compra el 30% del petróleo que consume y el 60% del gas natural a este país.

Los expertos consideran que el alza de precios y sus repercusiones inflacionistas, incluso de segunda ronda como la subida de salarios, es más o menos manejable. Eso sí, se muestran muy preocupados si llegan a producirse problemas de suministro sobre todo si afecta al gas natural. Ya no sería solo una cuestión de pagar más o menos, sino que implicaría la paralización de numerosas actividades industriales.

El analista del banco suizo Credit Suisse, Zoltan Pozsar, dibuja un panorama apocalíptico con el boicot a las materias primas rusas del que solo saldrá fortalecida China, única capaz de mediar en el mercado entre los distintos precios entre materias primas rusas y no rusas. Estas visiones tan arriesgadas pueden contar con más probabilidades de no producirse pero son, sin duda, un ejercicio válido para saber lo que está sucediendo y por dónde van las tendencias.   

Pozsar  asegura que “lo que estamos viendo en el cincuenta aniversario del shock de oferta de la OPEP de 1973 es algo similar pero sustancialmente peor: el shock de oferta de Rusia de 2022, que no está impulsado por el proveedor como en aquella crisis petrolera, sino por el consumidor”. El mercado de las materias primas se ha roto en el mundo. Antes era global con precios únicos para todos, pero ahora se ha producido esa distinción entre aquellas que llevan el apellido ruso y las que no y esa brecha solo la puede cerrar China.

Y también apunta a las repercusiones en el mundo financiero. “Si Occidente cree que puede crear sanciones que maximicen el dolor para Rusia y al mismo tiempo minimice los riesgos para la estabilidad financiera y los riesgos para la estabilidad de precios en Occidente, también podría creer en los unicornios. Cuando termine esta crisis (y guerra), el dólar estadounidense debería ser mucho más débil y, por otro lado, el renminbi chino mucho más fuerte, respaldado por una canasta de productos básicos”, explica contundente.

En opinión del experto de Credit Suisse, esta crisis no se parece a nada que hayamos visto desde que el presidente Nixon eliminó el dólar estadounidense del oro en 1971, el final de la era del dinero basado en productos básicos. “De la era de Bretton Woods respaldada por lingotes de oro, a Bretton Woods II, la opción del Banco Central Chino es hacer su propia versión de liquidez e imprimir renminbi para comprar materias primas rusas. Si es así, ese es el nacimiento del mercado del eurorenminbi y el primer paso real de China para romper la hegemonía del mercado del eurodólar”, concluye.

Las implicaciones de las tensiones en el mercado de materias primas van mucho más allá del encarecimiento de los precios o del terror a falta de suministros. Puede dar un vuelco en el sistema financiero mundial. Una hipótesis que solo el tiempo confirmará o desmentirá.